Una industria en formación
El plan de Sheinbaum va más allá de la fabricación de autos eléctricos: incluye la explotación del litio y el incremento de la producción de cobre, ambos esenciales para la electromovilidad. No obstante aún no se han revelado detalles sobre los actores involucrados ni las inversiones necesarias para impulsar estos sectores.
A pesar de que México es el séptimo productor de automóviles a nivel mundial, la industria con desarrollos e ingeniería propia no ha logrado consolidarse, lo que dificulta su transición hacia los vehículos eléctricos.
“No nos debemos de dormir porque a diferencia de nuestros principales socios comerciales, los norteamericanos, además los europeos, los asiáticos, los japoneses y los chinos ya están encarrerados, nosotros no […] En la industria debes de ser actor, no receptor”, dijo Rodolfo Lacy Tamayo, director de Acción Climática y Medio Ambiente para América Latina en la OCDE.
La vía de los Joint Ventures
Ante la falta de una armadora mexicana con capacidad para llevar a cabo un proyecto de tal magnitud, la solución más viable parece ser la creación de una alianza estratégica o Joint Venture con empresas extranjeras que ya cuenten con la tecnología necesaria para la producción de vehículos eléctricos.
"La única alternativa que yo veo es a través de una alianza estratégica […] donde probablemente toda la propiedad industrial e intelectual sea de un tecnólogo externo y que eso se ocupe en México para empezar a aprender y desarrollar el automóvil eléctrico”, dijo Eric Ramírez, director de Urban Science para América Latina y el Caribe.
Este enfoque no es nuevo. China, en la segunda mitad del siglo XX, desarrolló su industria automotriz mediante Joint Ventures con armadoras occidentales, lo que le permitió, en pocas décadas, convertirse en el mayor productor de vehículos a nivel mundial y un líder en la fabricación de autos eléctricos. Sin embargo, replicar este modelo en México no sería sencillo ni inmediato, ya que se requeriría una inversión multimillonaria y de largo plazo.
Inversión y transferencia tecnológica
Los expertos coinciden en que el lanzamiento de una nueva marca desde cero no es un proyecto menor. Se estima que la inversión necesaria alcanzaría miles de millones de dólares, gran parte de los cuales estarían destinados a tecnología e investigación. A esto se suma la necesidad de una mayor transferencia tecnológica. “México necesita reafirmar y profundizar en sus acuerdos de transferencia tecnológica para poder producir las autopartes que necesita esa industria y cambiar sus líneas de producción”, comenta Lacy Tamayo.
Además, la formación de talento será clave para que el país desarrolle la capacidad de producción necesaria. Pero este proceso requiere tiempo. “Sí el hablar de una automotriz de bandera, por ejemplo, una compañía mexicana de autos es una inversión a muy largo plazo […] estamos hablando de 20 o 30 años. Tan solo a China le tomó 20 años desarrollar sus propios autos”, concluye Ramírez.