La dependencia de Volkswagen de China ha sido históricamente una ventaja competitiva, pero hoy representa una debilidad, especialmente cuando se trata de sus ventas en Europa. Con la imposición de estos nuevos aranceles, el fabricante alemán podría ver un aumento en los costos de sus vehículos eléctricos en el mercado europeo, afectando su competitividad frente a fabricantes locales y dificultando su participación en un mercado en el que la transición hacia vehículos de bajas emisiones es cada vez más acelerada.
Ante este escenario, Volkswagen ha comenzado a implementar un plan de ajuste en su país de origen, Alemania, que incluye medidas drásticas para mejorar su competitividad global.
La dirección del grupo automotriz anunció un recorte salarial del 10% para todos sus empleados en Alemania y una posible relocalización de actividades al extranjero, buscando reducir los costos de producción. Según la jefa del comité de empresa de Volkswagen, Daniela Cavallo, estas medidas son una respuesta a la difícil situación financiera que atraviesa la compañía, la cual lleva meses perdiendo más dinero del que ingresa.
La compañía también ha señalado que el mercado automotriz europeo ha perdido aproximadamente 2 millones de vehículos en ventas desde 2020, lo que ha exacerbado la situación financiera de Volkswagen.
Cavallo explicó que “no estamos siendo lo suficientemente productivos en nuestras plantas alemanas, y los costes de fábrica son actualmente entre un 25% y un 50% más altos de lo que habíamos previsto”, lo que pone en relieve la urgencia de reducir costos.
Durante el segundo trimestre de 2024, China mantuvo un crecimiento dinámico, con un aumento de la producción manufacturera del 1.5% trimestral y un 6.7% anual, según el informe Rebote de la manufactura: La producción global gana impulso.
En contraste, y según el mismo informe, el sector manufacturero europeo experimentó un crecimiento marginal del 0.2% en el segundo trimestre de 2024, evidenciando una volatilidad constante. Países como Alemania, Francia e Italia enfrentaron caídas en su producción, reflejando los desafíos económicos que la región enfrenta, como altos precios de insumos y una demanda de consumo débil.
Este conflicto ha generado tensiones dentro de la empresa, especialmente entre la dirección y el comité de trabajadores, que ven las medidas de recorte salarial y relocalización de operaciones como una amenaza para la estabilidad laboral en Alemania. Los trabajadores de Volkswagen en el país ya han manifestado su inconformidad y han hecho un llamado a la dirección para encontrar soluciones que no afecten sus derechos laborales.
¿Seguir en China o relocalizar?
La industria automotriz se encuentra en un punto de inflexión, y Volkswagen, como uno de sus protagonistas, está experimentando de primera mano los desafíos de esta transición hacia una movilidad más limpia y electrificada. La presión regulatoria en Europa, sumada a las tensiones comerciales con China, han revelado la vulnerabilidad de una compañía que, pese a su tamaño y relevancia, enfrenta el riesgo de perder competitividad si no logra adaptarse a estos cambios.
Volkswagen enfrenta, entonces, un dilema estratégico: continuar dependiendo de sus operaciones en China, un mercado con un crecimiento en la demanda de vehículos eléctricos, o buscar diversificar su producción en otros países, aunque ello implique costos adicionales y ajustes estructurales. La situación en China, aunque rentable, también se ha vuelto volátil, ya que el país enfrenta una desaceleración económica y una posible reducción en el consumo de vehículos.
La reconfiguración de la estrategia de Volkswagen también podría abrir oportunidades para mercados de menor costo de manufactura, como México y el sudeste asiático, regiones que han comenzado a captar atención como opciones viables para la relocalización de inversiones. En el caso de México, Volkswagen ya anunció en 2022 su intención de expandir sus operaciones en el país con una inversión significativa para la fabricación de vehículos eléctricos.
El sudeste asiático también se presenta como una alternativa interesante para Volkswagen y otros fabricantes que buscan diversificar su producción fuera de China y reducir los efectos de las políticas comerciales europeas.
Mientras tanto, las tensiones entre Volkswagen y su comité de empresa en Alemania reflejan una problemática que podría ser cada vez más común en la industria: el conflicto entre las necesidades de reducción de costos y la protección de los derechos laborales en países con altos costos de producción.