Pero el cumplimiento con el tratado no exime a los pesados de los impactos colaterales. Los aranceles al acero y aluminio —derivados del endurecimiento en la integración regional— están generando sobrecostos que pueden alcanzar entre 3,000 y 12,000 dólares por unidad. “Es un rango amplio porque los componentes cruzan la frontera varias veces, cinco o siete veces para terminar en una línea de ensamble final”, explica Arzate.
Además del cumplimiento técnico, la industria enfrenta una presión adicional: la exigencia creciente de proveeduría regional. "Recuerden que para 2027 nosotros vamos a dar el último paso o escalón en el incremento de VCR establecido en el T-MEC que será a 70%", detalla el presidente de la Anpact.
Esta nueva realidad estrecha los márgenes de maniobra para los fabricantes instalados en México, que deben buscar componentes más costosos o rediseñar procesos logísticos para ajustarse a las reglas.
Nerviosismo económico enfría el mercado
La situación se agrava con el comportamiento del mercado. A diferencia de los autos ligeros, cuyo consumo depende en gran parte del crédito y la demanda individual, los pesados están estrechamente ligados al ciclo económico y al desempeño del Producto Interno Bruto (PIB). En un entorno de desaceleración, la renovación de flotas se posterga y la inversión en transporte se reduce.
“El cambio de modelo ya está teniendo consecuencias negativas, y en lo que resta del año prefiguramos que nuestra expectativa negativa de concluir con un decremento de 6% podría incrementarse”, advierte Guillermo Rosales, presidente ejecutivo de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA). La caída podría ser aún más severa si las variables macroeconómicas siguen deteriorándose.
Los datos ya comienzan a reflejar la incertidumbre. Durante el primer trimestre del año, la producción total de vehículos pesados en México cayó 21.7%, con 41,311 unidades ensambladas. Es una contracción importante, considerando que se trata de una industria históricamente orientada a la exportación.
El golpe también se anticipa en Estados Unidos. La American Trucking Associations estima que los aranceles podrían encarecer en hasta 35,000 dólares los vehículos pesados del lado estadounidense, un efecto que eventualmente se transfiere a toda la cadena productiva, incluyendo las líneas mexicanas.
El mercado interno no es ajeno a la coyuntura. Hasta hace unos meses, la expectativa era que las ventas nacionales crecerían ligeramente, impulsadas por un avance del PIB de 1%. Hoy, con las proyecciones de crecimiento reducidas a apenas 0.5%, la previsión más negativa para el mercado de vehículos pesados estima una caída de hasta 6.7% en el mercado doméstico, con solo 52,919 unidades comercializadas este año.
“Hoy las variantes están modificándose a una expectativa pesimista por parte de los inversionistas. Lo estamos viendo en los resultados de la inversión fija bruta de los últimos trimestres, va a la baja”, explica Rosales. “Se abre un proceso de incertidumbre con la nueva política comercial de Estados Unidos”.
Lidiar con la volatilidad
El nerviosismo se filtra en todos los eslabones. Las empresas proveedoras, muchas de ellas pequeñas o medianas, también se ven obligadas a adaptarse a los nuevos criterios de contenido regional, lo que implica inversiones que no siempre pueden costear o justificar.
En paralelo, las armadoras deben lidiar con la volatilidad del tipo de cambio, el encarecimiento de insumos y la posible disrupción en el acceso a ciertos componentes clave. El impacto acumulado puede ralentizar la producción, encarecer los productos finales y reducir su competitividad frente a otras plantas en Norteamérica.
“La realidad es que la situación económica ha sido tan cambiante, todo está teniendo un cambio vertiginoso en todo lo que toca a perspectivas de mercado y por eso resulta cada vez más incierto”, reconoce Rosales.
Y si bien el cumplimiento formal del T-MEC evita el golpe directo de los aranceles más altos, la presión indirecta sobre la cadena de suministro, la logística y la demanda final se convierte en una carga difícil de sostener. En otras palabras, el hecho de no pagar más no significa que se esté ganando.