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Los obstáculos para llevar camiones a América Latina o berries a Dubái

Aunque México cuenta con tratados con 50 países que representan cerca del 70% del PIB mundial, la diversificación enfrenta retos técnicos, regulatorios y logísticos en cada país destino.
vie 11 abril 2025 08:41 AM
México mira más allá de Estados Unidos, pero exportar al mundo no es tarea sencilla
La oportunidad de expansión existe, pero solo una estrategia clara y sostenida permitirá abrir esa ventana.

Durante más de tres décadas, México apostó con firmeza por Estados Unidos como su principal mercado de exportación. Esta cercanía dio forma a un comercio regional profundamente integrado, especialmente en sectores como el automotriz, agroalimentario y electrónico. Sin embargo, el rumbo que tomó la administración de Donald Trump en su segundo mandato, con una nueva escalada arancelaria, sacudió esa zona de confort.

Hoy, la incertidumbre en el intercambio con el vecino del norte obliga a las empresas mexicanas a mirar más allá. Diversificar exportaciones resurge como narrativa recurrente en despachos corporativos, foros empresariales y mesas técnicas del gobierno. Pero el salto no es tan sencillo como cambiar de destino en un mapa.

“La mayoría de las empresas han trabajado durante años cumpliendo exclusivamente los requerimientos del mercado estadounidense. Salirse de ese molde exige más que voluntad; requiere estrategia, inversión, adaptación y paciencia”, explica Claudia Ávila Connelly, experta en inversión extranjera directa.

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Las barreras técnicas

Los retos son múltiples y varían según el destino. Exportar un vehículo a Brasil o Argentina exige cumplir con requisitos de contenido regional. Llevar berries a Dubái, en cambio, implica pasar por Europa y apegarse a sus exigentes normas sanitarias. La oportunidad existe, pero se abre solo para quien logra superar estas barreras.

“Tenemos 14 tratados con 50 países. Si juntas esos países estás hablando casi del 70% del Producto Interno Bruto Mundial. Coincido plenamente en que no hay un aprovechamiento al máximo, ni siquiera en un 50%, de lo que podríamos tener con esos tratados”, afirma Kenneth Smith, exjefe negociador técnico del T-MEC.

Una de las principales limitantes es el conocimiento. Carlos Pérez, director general de Normas y Certificación (NYCE), asegura que la falta de inteligencia de mercado frena a muchas pequeñas y medianas empresas (Pymes). “Se necesita selección de mercados, estructuras, y una mentoría desde el gobierno para que los productores sepan qué necesitan para acceder a cada país”, indica.

Pérez relata el caso de un productor de mango ataulfo en Veracruz que buscaba exportar a Japón. Sin embargo, al descubrir que debía trazar la historia –la llamada trazabilidad– de su producción cinco años atrás y someterse a un proceso de espera que podía tardar otros dos años, el empresario decidió abandonar el proyecto.

La complejidad técnica también se expresa en otros sectores. En el automotriz, México había adaptado su capacidad productiva a las reglas de origen del T-MEC. Pero intentar exportar camiones a países como Colombia enfrenta hoy nuevos obstáculos. “Cambios en los tiempos de nacionalización, impuestos de importación y digitalización aduanera han generado un entorno menos favorable”, lamenta Rogelio Arzate, presidente de la Anpact.

En lo que va del año, México ha exportado apenas 164 camiones a Colombia, una caída de 42% respecto al año anterior, según cifras del Inegi. Para Arzate, el camino no está cerrado, pero requiere negociación activa y acompañamiento técnico desde el Estado.

Los retos logísticos

La logística también se ha vuelto un cuello de botella. Cambiar rutas comerciales obliga a repensar la operación de puertos, rutas terrestres e incluso el retorno de contenedores vacíos. “No es lo mismo mandar producto a Texas que enviarlo a Rotterdam, Estambul o Shanghái”, comenta un operador logístico del sector agroindustrial.

En Europa, Claudia Ávila descubrió que algunos productos mexicanos, como berries o papayas, se reempaquetan en Bélgica para luego enviarse a Dubái. “Yo pregunté: ‘¿Qué no tenemos la capacidad para ver otros mercados?’. Y me respondieron: ‘México está en el confort, manda todo a Estados Unidos’”, cuenta.

Pese a los obstáculos, hay historias de éxito. Una productora de cacao orgánico logró certificar su producto bajo normas europeas y vendió por adelantado su cosecha completa. “Ese tipo de casos demuestra que sí se puede, pero con estrategia y asesoría”, enfatiza Pérez.

Un facilitador

El tamaño de la empresa también marca una diferencia. Mientras los grandes corporativos tienen plantas productivas en distintas regiones, las Pymes deben comenzar desde cero, incluso en aspectos básicos como la documentación técnica, trazabilidad y etiquetado específico.

“La orientación debe ser a las Pymes que no tienen como requisito de desempeño mirar hacia Estados Unidos. Un empresario debe entender qué le piden otros mercados, y qué necesita para cumplirlo”, recalca el presidente del Comenor.

Pero incluso cuando se logra cumplir con los requisitos técnicos, las barreras administrativas pueden frenar el esfuerzo. Un estudio reciente del sector agroindustrial mostró que los trámites de certificación pueden tomar entre seis meses y tres años, dependiendo del destino.

Por eso, desde distintos frentes, se hace un llamado a que el Estado mexicano asuma un rol más activo. No basta con firmar tratados comerciales: hay que operarlos. “El gobierno debe ser facilitador, mentor, no solo promotor. Sin inteligencia comercial, estamos exportando a ciegas”, dice Smith.

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