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Empresas estadounidenses, el ‘caballo de Troya’ para revertir aranceles de EU

Para México y Canadá, las quejas que comienzan a aflorar en el empresariado estadounidense podrían convertirse en su mejor arma para ejercer presión contra la política arancelaria de Washington.
lun 07 abril 2025 09:21 AM
Las empresas estadounidenses presionan para revertir los aranceles de su propio gobierno
Las cadenas globales de valor son demasiado profundas como para ser reconfiguradas sin un alto costo económico y político.

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca trajo consigo una oleada de medidas arancelarias que, más allá de afectar directamente a México y Canadá, comienzan a generar tensión dentro del propio Estados Unidos. Lo que inicialmente se planteó como una estrategia para repatriar inversiones y proteger el empleo nacional, ahora amenaza con trastocar las cadenas de valor que durante décadas han sostenido al bloque comercial de América del Norte.

Desde el 20 de enero, cuando Trump asumió nuevamente la presidencia, las decisiones económicas de su administración han generado un efecto dominó. Sectores como el automotriz, agrícola y manufacturero ya acusan recibo del nuevo enfoque proteccionista, mientras las empresas comienzan a levantar la voz.

“Uno de los aspectos, llamémosle positivos, de que esté tomando medidas tan extremas tan rápido… es que también la resaca, el impacto económico negativo en Estados Unidos, se va a sentir muy rápido”, advierte Kenneth Smith, exjefe de la negociación técnica del T-MEC.

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Un ejemplo claro del impacto inmediato de las nuevas tarifas fue el despido de 900 trabajadores por parte de Stellantis en Estados Unidos, anunciado el mismo día en que entraron en vigor los aranceles a vehículos importados. La empresa explicó que los empleados afectados laboraban en plantas proveedoras de autopartes cuyo destino eran líneas de ensamblaje en México y Canadá, las cuales se vieron forzadas a suspender temporalmente sus operaciones ante el nuevo entorno comercial.

La medida evidenció cómo la disrupción en un eslabón de la cadena de suministro impacta de forma inmediata en otros, incluso dentro del propio territorio estadounidense. Según estimaciones de Cox Automotive, los aranceles podrían encarecer los vehículos fabricados en ese país entre 3,000 y 6,000 dólares.

Para México y Canadá, las quejas que comienzan a aflorar en el empresariado estadounidense podrían convertirse en su mejor arma para ejercer presión contra la política arancelaria de Washington.

“La clave es que se empiecen a escuchar las voces del sector manufacturero estadounidense, agrícola, agropecuario, [y digan]: ‘Vas a causar una calamidad económica si persigues esta misión proteccionista’”, insiste Smith.

El peso del sector privado no es menor. La inversión extranjera directa (IED) en autopartes ha sido una de las más dinámicas en los últimos años. Tan solo en 2024, este segmento superó lo captado por las armadoras de vehículos terminados, consolidándose como una pieza clave en la industria.

Desde 2006, Estados Unidos ha invertido más de 8,807 millones de dólares en el sector de autopartes en México, lo que representa el 21.4% del total de la IED recibida, ubicándose solo detrás de Alemania, según datos de la Secretaría de Economía.

Ese nivel de integración vuelve prácticamente inviable una desvinculación abrupta. Las cadenas de valor fueron tejidas durante décadas con base en la lógica de una región económica integrada, no en tres países que compiten entre sí.

La experta en atracción de inversión extranjera, Claudia Ávila Conelly, señala que lo que está en juego no es solo una cuestión comercial, sino un replanteamiento del papel histórico de Estados Unidos en el orden económico global.

“Yo lo veo más en esa reflexión histórica de que estamos viviendo un cambio de paradigma radical… Estados Unidos fue quien creó esta base norteamericana después de la Segunda Guerra Mundial, ¿quién impulsó la creación del Fondo Monetario Internacional, de la OCDE, del Banco Mundial?”, cuestiona.

"No creo que dure mucho tiempo"

Para los aliados comerciales de Estados Unidos, las nuevas políticas abren una ventana de oportunidad. México y Canadá podrían encontrar en el descontento empresarial interno una palanca para negociar, en vez de confrontar directamente al gobierno estadounidense.

A medida que las tarifas comiencen a impactar en costos, empleos y precios al consumidor, la presión vendrá desde dentro. El propio mercado estadounidense podría convertirse en el mejor aliado de sus vecinos del norte.

“No creo que, por la estructura de la economía global, de la estructura de Estados Unidos, la necesidad que tiene Estados Unidos de la economía mexicana, de la canadiense, que esto vaya a durar mucho tiempo”, concluye Smith.

Los expertos consultados coinciden en que si México y Canadá logran canalizar este descontento como una herramienta de negociación, podrían no solo frenar la imposición de nuevos aranceles, sino reequilibrar la relación comercial a su favor.

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