Los aeropuertos más afectados
El retroceso no es uniforme, pero sí generalizado. Entre los aeropuertos con mayores caídas destacan el de Toluca, con un desplome de 18.9%, seguido por el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (Santa Lucía) con una baja de 16.9%, San Luis Potosí con 8.5% y Mérida con 7.4%. La geografía del descenso sugiere una tendencia nacional, no acotada a ciertas regiones industriales.
“No está localizado, pienso, porque también la industria, si bien se concentra en el norte, también hay maquiladoras de ropa en el centro y un poco más hacia el sur. Entonces sí miras este proceso de desaceleración, porque a mí me parece que está generalizado”, agrega Salazar.
Las razones detrás de la caída no se limitan al contexto interno. Las tensiones comerciales entre México y Estados Unidos han vuelto a escena, especialmente tras las declaraciones contradictorias del presidente Donald Trump respecto a posibles aranceles a productos mexicanos, lo que ha afectado las expectativas empresariales y frenado decisiones de inversión.
“Trump inmediatamente comenzó a mencionar esto (de los aranceles), lo cual provocó que se diera una enorme incertidumbre y que las empresas esperaran casi dos meses para poder determinar si invertían o no”, explica Ignacio Martínez, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios. “Contraataca Trump el 4 de abril y nuevamente estamos en este impasse que estará terminando este 9 de julio”.
En este contexto, la carga internacional —clave en sectores como el automotriz y el de dispositivos médicos— se convierte en un termómetro de la integración económica entre México y sus socios, especialmente Estados Unidos. “La forma en la que se articula el comercio internacional es por cadenas de valor, entonces el hecho de que disminuya la carga internacional podría también estar explicando un menor uso de bienes intermedios”, dice Salazar.
Sin certeza económica, el cierre de año apunta a terreno negativo
Menos carga aérea puede significar menos producción, menores exportaciones y una presión adicional para sectores industriales que dependen de los flujos logísticos constantes. Todo ello compone un panorama sombrío para el cierre del año.
“La moneda estará en el aire hasta que se lleven a cabo dos sucesos importantes”, apunta Martínez. “Uno, el anuncio de Trump sobre aranceles el próximo 9 de julio, y dos, el inicio de la revisión del T-MEC previsto para septiembre u octubre. Hasta entonces, las empresas seguirán operando con reservas”.
El otro frente de incertidumbre está en la economía local. Aunque el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) del Inegi mostró una ligera alza de 0.5% en abril, en marzo había descendido 0.2%, reflejando una volatilidad que impide trazar una tendencia clara. Los analistas coinciden en que este comportamiento mixto refuerza la cautela sobre las proyecciones de crecimiento para el segundo semestre.
A nivel operativo, las compañías logísticas enfrentan mayores costos por la baja utilización de la capacidad aérea, y algunas han comenzado a evaluar rutas marítimas o terrestres como alternativas, aunque estas no siempre son viables para productos de alto valor o que requieren entregas rápidas.
Por ahora, la preocupación persiste. Sin un repunte visible en el corto plazo, las cifras de carga aérea podrían cerrar 2025 con saldo negativo, afectando tanto la percepción del clima económico como los flujos de inversión. “Es un reflejo claro de que algo no está funcionando bien ni dentro ni fuera”, añade Salazar.