Hoy, en generación —que incluye transformadores, cables y acero estructural— el contenido nacional ronda apenas el 25%. La meta es subirlo al 35% en los próximos cinco años. En transmisión, donde entran torres de acero, cables conductores y aisladores, el contenido mexicano alcanza el 30%, y se busca llevarlo hasta 60%. En distribución, el objetivo es duplicarlo del 25% al 50%.
Para lograrlo, la CFE comenzó a revisar su modelo de proveeduría. En mayo pasado, en alianza con la Cámara Nacional de Manufacturas Eléctricas (Caname), lanzó una campaña para informar a fabricantes y contratistas sobre los proyectos incluidos en el Plan de Desarrollo 2025-2030.
Durante el evento participaron 56 empresas nacionales —entre fabricantes, distribuidores y contratistas— que compartieron con la CFE sus capacidades técnicas, plazos de entrega y certificaciones. El propósito: alinear las capacidades de la industria mexicana con las necesidades futuras de la red eléctrica.
“Queremos alinear las necesidades de la CFE con las capacidades de la industria”, dijo Cuevas. “Creemos que la asociación de la CFE con los tecnólogos, en cuanto a la capacitación y desarrollo de talento, nos podría llevar a una innovación que tanto buscamos en nuestro país”.
De los materiales al talento: así se mide el contenido nacional
Cuevas detalló que el contenido nacional se mide en tres rubros: los equipos y componentes específicos (como compresores, bombas o transformadores); los materiales estructurales y de construcción (tuberías, acero o cimentaciones); y la mano de obra mexicana empleada en diseño, construcción, logística y montaje.
“A veces pensamos que el contenido nacional es solo sobre los materiales, pero no: el talento mexicano también es considerado parte del contenido nacional”, puntualizó el directivo de la CFE.
El desafío es amplio. En un proyecto reciente —una línea de transmisión de 396 kilómetros, con un voltaje de 400 kilovolts y un presupuesto de 277 millones de dólares— apenas el 30% del valor agregado provino de empresas nacionales. El resto fue cubierto por firmas extranjeras.
Para revertir esa relación, el gobierno federal instruyó a la CFE aumentar el porcentaje de contenido nacional en todos sus proyectos clave, tanto los que ejecuta directamente como los que se encuentran en licitación o en fase de planificación.
Del lado del sector privado, hay disposición y urgencia. “El sector energético está en un momento clave de desarrollo”, afirmó Aquiles López Marín, presidente de Caname. “La Cámara ha asumido el compromiso de ser parte activa de la transformación como aliado de la Secretaría de Energía, la CFE, la Secretaría de Economía y el Centro Nacional de Control de Energía”.
Según López Marín, ya está en marcha un programa de incremento de contenido nacional que genera oportunidades reales para empresas mexicanas de todos los tamaños. El plan se enfoca tanto en proveeduría directa como en la innovación tecnológica, un punto donde México aún muestra rezago frente a países exportadores de tecnología eléctrica.
“Dicho programa es una apuesta decidida por el fortalecimiento de una industria eléctrica más fuerte e innovadora”, añadió el presidente de Caname.
La apuesta también tiene una lógica de seguridad energética. Al reducir la dependencia de insumos importados —especialmente en un contexto de tensiones logísticas y geopolíticas globales—, México busca blindar la ejecución de proyectos estratégicos.
Además, dar prioridad a lo hecho en México puede convertirse en un motor para regiones con capacidad industrial instalada, pero subutilizada, como el Bajío, el norte del país o zonas del centro con tradición metalmecánica.
“Hay inventarios que no solo se quedan en territorio nacional, sino que también se exportan”, insistió Cuevas. “Lo que queremos es que esa capacidad también se refleje en los proyectos del país”.