¿Qué son los contratos mixtos?
En el modelo, Pemex conserva al menos 40% de participación, mientras que los privados asumen costos, riesgos y financiamiento. El Estado mantiene el control, pero habilita recursos frescos para campos que requieren inversión.
Se trata de campos con reservas probadas y producción incremental en el corto plazo. La lógica es sencilla: menor riesgo exploratorio, recuperación más rápida de la inversión y flujo de producción que dé resultados en menos de dos años.
“Son positivos, estos proyectos tienen una serie de protecciones al capital que hace sentido y que sean atractivos”, afirma Nymia Almeida, exanalista de Pemex en Moody’s y consejera de Voz Experta.
Almeida ve en esta fórmula un retorno parcial al modelo que se buscó con la apertura de 2013. “Lo que yo leo aquí es que esos proyectos son una manera sutil de regresar a los contratos que se trataron de hacer en la reforma de 2013, un reconocimiento de que a fuerza se necesita capital privado y Pemex sabe lo que tiene que hacer”, dice.
¿Cómo funcionan?
El interés no se ha hecho esperar. Empresas mexicanas que ya conocen el trabajo con Pemex, como Grupo Carso, Jaguar, Diavaz o C5M, han mostrado disposición a participar. También se han mencionado nombres internacionales como Harbour Energy y Sinopec.
La Estrategia de Contratos de Desarrollo Mixto 2025-2030 contempla 11 proyectos. Diez de ellos son de reservas probadas, con producción rápida, y uno corresponde al complejo de alta dificultad Pit-Kayab-Utsil, que por sí solo podría sumar 200,000 barriles diarios de crudo.
El plan busca producir 69,400 barriles diarios adicionales de petróleo en siete campos y 609.5 millones de pies cúbicos de gas natural en otros tres. La inversión requerida asciende a 8,060 millones de dólares, a financiarse íntegramente por los socios privados.
Pemex apunta con ello a sus metas de mediano plazo: 1.8 millones de barriles diarios de petróleo y 4,500 millones de pies cúbicos diarios de gas natural.
Grupo Carso ha levantado la mano para participar, especialmente en el campo Ixachi, un proyecto gasífero cuyo bono a la firma podría alcanzar los 5,000 millones de dólares, según cifras de Pemex.
“En efecto, el Grupo está interesado en participar en más negocios con Pemex, aprovechar los contratos mixtos que se están analizando, porque, entre otras cosas, hay más posibilidades de garantizar la fuente de pago”, declaró Arturo Spínola, director de Administración y Finanzas de Grupo Carso, en su llamada con inversionistas.
Sin embargo, Spínola puso sobre la mesa el problema de los impagos de Pemex. “Estamos hablando de deudas que en algunos casos ya superan el año y medio, incluso hay algunas con dos años. El monto puede superar los 700 millones de dólares”, detalló.
Interés empresarial entre dudas por impagos de Pemex
El caso no es aislado. Perforadora México (Pemsa), filial de Grupo México, reportó la suspensión de cuatro plataformas de servicio a Pemex por falta de pago. La medida redujo sus ingresos trimestrales en 63.7%, con un acumulado de apenas 42 millones de dólares.
Pese a estas tensiones, analistas ven potencial en los contratos mixtos. “Son proyectos ya maduros, que no tienen gran riesgo de exploración y son básicamente para aumentar la producción, por lo que el riesgo operacional es muy bajo”, señala Almeida.
El atractivo para las empresas es doble: por un lado, la posibilidad de recuperar capital en campos de bajo riesgo; por el otro, la perspectiva de una relación de largo plazo con la petrolera estatal.
“Aunque actualmente no hay una certeza fundamentada dentro de Pemex, las empresas siguen mostrando interés porque lo que están haciendo es tener una visión de largo plazo”, apunta Arturo Carranza, analista en temas de energía.
La estrategia se da en un contexto de declive. Pemex produce hoy 1.6 millones de barriles diarios, lejos del pico de más de 3 millones alcanzado en 2004 con Cantarell. Al mismo tiempo, su deuda asciende a 1.86 billones de pesos y los pasivos con proveedores rebasan los 500,000 millones de pesos.
Con todo, expertos como Almeida insisten en que el rescate es posible. “Pemex todavía es rescatable, yo creo que sí. No es posible que un país que tenga tanto petróleo no pueda salvar a su petrolera”, asegura.
En este tablero complejo, los contratos mixtos aparecen como un primer paso. No eliminan los riesgos financieros ni la fragilidad administrativa de Pemex, pero sí abren una ruta para inyectar capital, recuperar producción y darle oxígeno a la empresa que por décadas fue el orgullo energético de México.