Menor equipamiento, misma autonomía
Las versiones “Standard” eliminan algunos de los acabados y funciones premium, pero mantienen una autonomía superior a las 300 millas (480 kilómetros). Los vehículos estarán disponibles para entrega entre diciembre de 2025 y enero de 2026, según el sitio de Tesla.
La decisión llegó después de un trimestre récord. Antes del cambio regulatorio, Tesla aceleró producción y entregas para capitalizar el último impulso de ventas motivado por el incentivo fiscal. Pero incluso Elon Musk reconoció en septiembre que el mercado enfrentará un periodo de “ajuste natural”, tras años de distorsión por subsidios federales.
La estrategia de Tesla no solo busca mantener el volumen. También intenta defender su terreno frente a competidores asiáticos y europeos que han ganado terreno con modelos más baratos. En China, BYD y SAIC ofrecen eléctricos por debajo de 25,000 dólares; en Europa, marcas como Dacia y Fiat ya superaron el reto del vehículo eléctrico asequible.
“Simplemente no sé si esto es suficiente”, dijo a Reuters Shawn Campbell, asesor en Camelthorn Investments. “Tesla necesita un modelo por debajo de 30,000 dólares si quiere resistir la presión de los fabricantes chinos”.
En Estados Unidos, el Chevrolet Equinox eléctrico, el Hyundai Ioniq 5 y el Kia EV4. Todos, potencialmente, competirán el próximo año con la nueva línea reducida de Tesla.
Para algunos inversionistas, el ajuste de precios no compensó la pérdida del incentivo fiscal. Las acciones de Tesla cayeron 4.5% el día del anuncio, y Dan Ives, analista de Wedbush, se dijo decepcionado debido a que los nuevos autos son solo unos 5,000 dólares más baratos que las versiones superiores.
Aun así, el movimiento refleja la transición de Tesla hacia una fase de madurez. Durante más de una década, Musk insistió en que los autos eléctricos alcanzarían el mercado masivo con un modelo de 25,000 dólares. Pero en 2023 canceló esos planes y optó por simplificar su gama actual.
Las versiones más accesibles prescinden de detalles característicos: espejos ajustables manualmente, asientos de tela y menos potencia en aceleración. Incluso se eliminó la barra LED del Model Y y el sistema de conducción asistida Autosteer.
“Es como si Tesla se quitara el cuello de tortuga de Steve Jobs para ponerse una sudadera de Walmart”, dijo Michael Ashley Schulman, director de inversiones en Running Point. “Ya no es el rebelde cool en la frontera de la innovación; es la empresa establecida que intenta ser Tesla y Toyota al mismo tiempo”.
Una estrategia financiera
El giro también tiene un componente financiero. Musk ha estado orientando la compañía hacia la inteligencia artificial y los robotaxis, pero necesita flujo de efectivo inmediato para sostener sus ambiciones tecnológicas. Los autos, aunque más sencillos, siguen siendo la base del negocio.
“La gente quiere el auto, pero no tiene suficiente dinero en el banco para comprarlo”, admitió Musk en julio, durante la llamada de resultados del segundo trimestre. “Mientras más asequible sea el coche, mejor”.
En Europa, la situación es aún más desafiante. Las posturas políticas del propio Musk —que han sido percibidas como extremistas en ese continente— erosionaron parte de la fidelidad hacia la marca. Tesla ahora compite con más de una docena de modelos eléctricos o híbridos enchufables por debajo de los 30,000 dólares.
A pesar de todo, el impulso previo al cierre del crédito fiscal dio un respiro temporal. Tesla entregó más unidades que nunca en el trimestre terminado en septiembre, beneficiándose del último empuje de consumidores que aprovecharon el incentivo antes de su desaparición.
El desafío será sostener ese ritmo sin la ayuda del gobierno. Los analistas esperan que las ventas se desaceleren hacia finales de año, a menos que la nueva gama “económica” logre atraer suficientes compradores.
Con información de Reuters