El viraje comenzó en Washington. La administración de Donald Trump anunció, a finales de agosto, la eliminación del régimen de “minimis”, argumentando que el mecanismo abría la puerta a una avalancha de importaciones asiáticas, especialmente de origen chino. La medida buscaba proteger la manufactura estadounidense, pero el eco llegó hasta México.
El gobierno mexicano adoptó un enfoque similar. Tras la pandemia, el comercio electrónico había crecido sin precedentes, y los productos provenientes de Asia encontraron en el país un puente perfecto para llegar al mercado estadounidense. “México al final siempre va a estar con mucha presión de Estados Unidos por poner ciertos límites, llamémosle, o barreras o reglas, alrededor del comercio que tenemos con Asia, específicamente con China”, explica Gilberto Lozano, socio director de Roland Berger.
El especialista agrega que “este tipo de canal se había utilizado mucho para el comercio electrónico de productos de origen chino que utilizaban a México como un bypass para poder acceder al comercio con Estados Unidos”.
Del crecimiento acelerado al compás de espera
Las repercusiones no tardaron. Empresas del sector de mensajería y paquetería, que operaban con márgenes estrechos y tiempos de entrega críticos, comenzaron a frenar inversiones y proyectos de expansión. La incertidumbre regulatoria se volvió el principal obstáculo.
Uno de los primeros en resentir el cambio fue Correos de México, que suspendió sus envíos de paquetes a Estados Unidos como consecuencia directa de la eliminación del régimen “minimis”. Finalmente, el viernes 12 de septiembre se anunció que parte de los envíos volvería a la normalidad tras el diálogo entre ambas naciones.
La misma sensación se extendió a las grandes operaciones corporativas. En julio de 2024, UPS había anunciado su intención de adquirir Estafeta, una de las firmas mexicanas con mayor presencia nacional. Pero en septiembre, el acuerdo se suspendió. Oficialmente, no se alcanzó un consenso sobre los términos finales de cierre, aunque en el mercado todos apuntan al mismo factor: el nuevo entorno regulatorio.
“Desafortunadamente, el ambiente de negocios en la región sí está un poco incierto y por lo mismo las empresas están tendiendo a ser más cautelosas en cuanto a la inversión”, comenta César Buenrostro, socio de comercio internacional y aduanas en KPMG México. “Entiendo que es el caso por el que no se llevó a cabo la compra (de UPS a Estafeta), y más porque se puede considerar que están bajando las expectativas de crecimiento en los países”, agrega.
El freno llega después de un periodo de bonanza. De acuerdo con un estudio de Mordor Intelligence, el tamaño del mercado de mensajería, express y paquetería en México alcanzó los 2,500 millones de dólares en 2024, con una expectativa de crecimiento anual compuesto de 6.4% hacia 2030. Pero esas proyecciones partían de un entorno estable, algo que hoy no existe.
“Los inversionistas están siendo muy, muy cautos en dónde tienen su dinero y cómo lo invierten”, advierte Buenrostro.
Una política que favorece la recaudación pero no la inversión
Desde el lado gubernamental, el cambio tiene otra lectura. Las nuevas reglas no solo limitan las importaciones, sino que también han fortalecido la recaudación. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público informó que, gracias a una mayor vigilancia aduanera y al nuevo tratamiento fiscal para productos bajo el umbral de minimis, la recaudación de enero a agosto creció 34.5%, el ritmo más alto entre todos los gravámenes federales.
“Si les está dando resultados desde la perspectiva del gobierno, tendrá que ser una política a mediano o largo plazo”, señala Buenrostro. “Además, va de la mano con el Plan México, que busca generar más ingresos para el gobierno vía recaudación, y eso ya se está viendo”.
El Plan México, impulsado por la administración federal, busca promover la producción y el consumo local, con el argumento de fortalecer el mercado interno. En esa estrategia, desincentivar las compras al exterior es un paso lógico, aunque sus efectos secundarios recaen en el consumidor final, que hoy paga más por adquirir un producto en línea.
La previsión de los expertos es que las medidas no se limitarán al comercio electrónico. “Cada vez más va a ser por sectores, por temas específicos, ahí es donde se va a poner el dedo del renglón”, explica Lozano. “Lo más probable es que esto se vaya sofisticando”.
Para las empresas logísticas, el reto ahora es adaptarse. Las grandes compañías exploran nuevos modelos de operación y alianzas locales, mientras las pymes evalúan reducir su exposición al comercio transfronterizo. Nadie quiere apostar fuerte hasta que las reglas se estabilicen.