Renault también ha comenzado a leer en la curva de ventas un cambio de ritmo. “Noviembre ya fue un mejor mes que diciembre para nosotros”, dijo Jesús Gallo, CEO de la marca en México. El directivo aclara que aún es pronto para afirmar que el comportamiento se repetirá, pero reconoce que marca un precedente del potencial que puede tener el penúltimo mes del año.
Entre promociones y nuevos año modelo
Hoy, octubre se comporta como un mes de espera, noviembre como un arranque de fin de año y diciembre como un cierre menos dramático. “Octubre es tu último mes bajo, y noviembre y diciembre se comportan igual. Y enero también tiende a ser noviembre, diciembre, enero. Como que se alarga, como una meseta, pero en el punto más alto”, añade Sánchez.
Esa nueva dinámica, dice, también modificó la forma en que las marcas planifican el calendario de lanzamientos. “Anteriormente era en septiembre cuando todo el mundo lanzaba su nuevo año modelo. Poco a poco se ha adelantado y este año tuvimos unidades modelo 2026 desde julio”, dijo Sánchez. Para el cliente, el efecto es doble: las marcas mantienen más tiempo sus modelos vigentes y los consumidores pueden acceder antes a versiones actualizadas, justo en los meses de mayor liquidez del año.
Cada noviembre, millones de trabajadores reciben parte de su aguinaldo de manera anticipada, especialmente en el sector público. Ese flujo de efectivo amplía las posibilidades de compra, incluso en bienes duraderos como un vehículo nuevo.
“Como la gente quiere gastar, tenemos que darles ese pretexto extra para tomar la decisión”, afirmó Svein Azcué, COO de Grupo Chirey México. “Yo sí veo que participemos, si no con el sello del Buen Fin, sí dentro de esa ola. Hay liquidez y la mentalidad de gastar en noviembre”, añadió.
Para una industria que vive de bienes de alto valor, ese cambio no significa colgar letreros de “mitad de precio”. Un coche no se liquida como una pantalla. “En promedio, un vehículo nuevo pierde 20% de su valor en cuanto sale de la agencia y luego cerca del 10% anual”, explica Sánchez. Por eso, las automotrices no pueden ofrecer descuentos masivos sin erosionar el valor residual del modelo. Lo que hacen es otra cosa: bonos, tasas preferenciales o cero por ciento de comisión por apertura sustituyen al descuento explícito y se alinean con el clima psicológico del Buen Fin.
Un detonador de ventas
En ese contexto, El Buen Fin ha operado más como un detonador de decisión que como un evento de rebajas masivas. Vidal Llerenas Morales, subsecretario de Industria y Comercio de la Secretaría de Economía, destacó en una conferencia de prensa reciente que en 2025 el programa se amplió un día más. Será del 13 al 17 de noviembre. ”Queremos incluir a muchos más proveedores y tiendas”, señaló. La intención, dijo, es fortalecer el mercado interno y dar espacio a sectores que tradicionalmente no eran protagonistas del consumo estacional.
“El Buen Fin es una fecha en donde las personas ya están planeando hacer una compra, muchas veces de bienes duraderos. Es una gran oportunidad para que las personas puedan adquirir un bien”, comentó Llerenas. Su visión coincide con la de los industriales: más que un periodo de ofertas relámpago, el programa se ha consolidado como un catalizador del consumo interno que equilibra el cierre del año.