Opiniones divididas
Las empresas que respaldan la reforma ven una oportunidad para reducir desgaste y rotación, mientras que las que la rechazan anticipan interrupciones en estructuras que dependen de continuidad más que de eficiencia.
Los indicadores del estudio reflejan esas preocupaciones, y muestran que 29.67% de los líderes cree que la reducción obligaría a reorganizar horarios y turnos, un ajuste que recorrería todo el proceso, desde la logística interna hasta el abastecimiento de materiales.
Otro 23.44% anticipa un aumento directo en los costos laborales por nuevas contrataciones y por el incremento en prestaciones y cuotas al IMSS. El punto no es menor para plantas que llevan años ajustando costo por unidad para mantenerse competitivas frente a Asia y Estados Unidos.
Un 10.05% de las empresas visualiza un camino alterno: acelerar inversiones en automatización. No como estrategia a largo plazo, sino como forma de cubrir el hueco que dejarían horas recortadas en procesos donde la continuidad es parte de la ingeniería del producto.
Las expectativas más negativas también están cuantificadas. Las empresas temen una caída en productividad y un aumento en la rotación; incluso, una parte significativa duda de que la reducción mejore el clima laboral. Solo 18.66% cree que disminuir las horas elevaría el bienestar de los colaboradores.
Un reto para las pymes
El contexto actual ayuda a dimensionar el desafío, pues cuatro de cada diez trabajadores automotrices laboran 48 horas semanales (39.26%) y otro 28.18% excede ese límite; en ese escenario, la reforma no solo modifica un horario, sino que mueve una estructura operativa asentada durante décadas.
Apenas el 8.85% de los trabajadores automotrices dedica menos de 40 horas a su actividad. Un 24.02% trabaja exactamente ese número de horas, lo que anticipa que adaptar las líneas, sin resentir la producción, demandaría una ingeniería minuciosa.
Empresas que desarrollan herramientas de gestión de personal, como Buk México, insisten en que la reducción “no tiene que ser sinónimo de pérdida de productividad”. Desde su lectura, el cambio puede ser una oportunidad para repensar la operación.
Pero la misma firma advierte que el reto será mayor para las pequeñas y medianas empresas de manufactura, especialmente aquellas que dependen de mano de obra en tres turnos de ocho horas. "Habrá que ver cómo se puedan sumar a esta tendencia sin afectar la productividad y el bienestar de los colaboradores… y sin impactar los costos de producción y el consecuente incremento de precios”, asevera.
La Asociación Mexicana de la Industria Automotriz ha pedido que la reforma se aplique de manera gradual y acompañada de cambios legales que permitan flexibilidad operativa, con la mira puesta en lograr su implementación total hacia 2030.
La IA como una alternativa
En el horizonte, la tecnología aparece como un amortiguador posible. Para Godínez, la inteligencia artificial dejó de percibirse como amenaza dentro de las plantas y se convirtió en una aliada. “Aquí es donde ya nos dimos cuenta que la tecnología sí nos permite esa resistencia, aunque había ahí un poquito de miedo”, explica.
Su lectura es que la automatización no busca sustituir, sino compensar la necesidad de ampliar plantillas. “Ya nos dimos cuenta que puede ser útil precisamente para no tener que contratar más personas, con los mismos recursos, pero ahora con recursos tecnológicos”, comenta.
Eso implica también una reconversión en habilidades. “Capacitando a las personas a utilizar la inteligencia artificial y a utilizar nuevos sistemas y adquirir habilidades de alguna manera tecnológicas, para poder simplificar nuestros procesos”, afirma.