Los orígenes y la escala del proyecto
El proyecto adquirió impulso definitivo en 2025, cuando Woodside Energy consolidó el 43% de avance en su plan de desarrollo y obtuvo los permisos regulatorios clave para migrar hacia la fase de construcción pesada. La aprobación de la Manifestación de Impacto Ambiental por parte de la Asea y la adjudicación de todos los contratos operativos forman parte de esa etapa.
Con estos elementos, Woodside alista el tránsito hacia una fase que pondrá a prueba la ingeniería y la logística costa afuera, uno de los componentes más críticos en la explotación de hidrocarburos en aguas profundas. La compañía prevé que en 2026 se perfore el primer pozo marino, un hito que conectará más de una década de planeación con el inicio de las actividades extractivas.
Stephane Drouaud, vicepresidente de Woodside Energy para Trión, explicó que estos avances responden a una estrategia de anticipación operativa, centrada en la instalación de infraestructura previa a la llegada de la Unidad Flotante de Producción (FPU). “Son elementos que aseguran la continuidad del plan de ejecución y permiten la entrada en fase de construcción pesada y previo a las actividades costa afuera”, dijo durante el Congreso Internacional de Energía de Tamaulipas 2025.
La empresa ha optado por maximizar la preinstalación de componentes técnicos para acelerar la transición hacia la producción. Ese enfoque busca evitar retrasos y garantizar que la llegada de la FPU ocurra en un entorno operativo totalmente preparado para soportar la extracción y procesamiento del crudo.
La apuesta energética de Tamaulipas
El giro estratégico de Trión no solo coloca a México en una nueva categoría tecnológica dentro del sector energético, sino que también redefine el mapa petrolero regional. En Tamaulipas, el proyecto se ha convertido en uno de los ejes de la narrativa pública sobre crecimiento, inversión y capacidad industrial.
El gobernador Américo Villarreal ha señalado que la ventana de producción se abrirá entre finales de 2027 e inicios de 2028, cuando Trión podría superar los 100,000 barriles diarios de petróleo. “Frente a las costas tamaulipecas, en el cinturón plegado del Golfo de México, se desarrollará el primer proyecto de explotación en aguas profundas y ultraprofundas del país, en el campo Trion, donde se estima una producción superior a 100,000 barriles diarios de petróleo hacia finales de 2027 e inicios de 2028, con una inversión cercana a 11,000 millones de dólares”, dijo.
Esa proyección amplifica el peso del proyecto dentro del portafolio energético nacional. Para la Secretaría de Energía, Trión es más que un desarrollo aislado: es la pieza que abrirá una nueva cuenca petrolera en México, con implicaciones geológicas, económicas y logísticas de largo alcance.
Juan José Vidal Amaro, subsecretario de hidrocarburos, asegura que el campo marcará un antes y un después para la industria petrolera del país. “Tenemos nuevos proyectos de generación como Trión, el cual marcará el inicio de la producción en aguas profundas de nuestro país, este desarrollo aportará 110,000 barriles diarios de petróleo en su pico y hasta 630 millones de barriles durante su vida útil, abriendo una nueva cuenca petrolera para nuestro país”, señaló.
Talento local y contenido nacional
La escala de inversión —cercana a 11 mil millones de dólares— y la incorporación de tecnología avanzada refuerzan la posición de Trión como uno de los polos energéticos más relevantes para los próximos años. Sin embargo, el impacto no se limita al ámbito industrial o macroeconómico: también permea en la formación de talento.
Woodside destacó que ya se integraron profesionales mexicanos en posiciones operativas clave, desde líderes de producción hasta responsables de mantenimiento y operadores del cuarto de control. Esa participación es uno de los compromisos centrales del proyecto, tanto por obligación regulatoria como por la necesidad de desarrollar experiencia especializada en aguas profundas.
La Secretaría de Economía confirmó que el proyecto cumplió con los porcentajes de contenido nacional establecidos para 2024, uno de los requisitos más estrictos de la política energética actual y un elemento que alimenta la narrativa de beneficios locales derivados del desarrollo.