Presión regulatoria desde ambos lados de la frontera
En paralelo, Estados Unidos también ajustó sus reglas para los envíos de bajo valor. La medida tuvo un efecto inmediato en México, ya que Correos de México suspendió temporalmente su servicio hacia ese país antes de reactivarlo parcialmente. Para una empresa con la escala de DHL, el riesgo era que la medida generara un freno bilateral. Sin embargo, la compañía interpretó el cambio como una presión operativa y no como un golpe estructural.
La razón es simple. El volumen del intercambio comercial entre México y Estados Unidos es demasiado grande para detener el flujo de mercancías, incluso en un escenario político más restrictivo bajo Donald Trump.
“México y Estados Unidos tienen 800,000 millones de dólares de trade, así que, de una u otra manera, vamos a seguir haciendo comercio”, afirma Arranz. “Tal vez no se ve de la manera que queramos, pero va a seguir siendo negocio para muchos y eso me da tranquilidad, me da mucha tranquilidad”.
Con ese diagnóstico, DHL decidió no desacelerar. La empresa mantuvo sus planes de expansión y proyecta un crecimiento de entre 10 y 20% este año, impulsado por un consumidor que, a pesar de los impuestos adicionales, no ha perdido el ánimo de compra. En el Buen Fin, uno de los momentos más críticos para medir el pulso del comercio electrónico, el volumen repuntó por encima de lo previsto. “Crecimos 26% contra el plano del año”, detalla Arranz. “Se sigue gastando”.
Ese empuje del mercado interno permitió a la empresa sostener la parte más ambiciosa de su estrategia, que incluye más infraestructura, más puntos de entrega y mayor cercanía con el consumidor.
La apertura de 100 tiendas nuevas llevará su red a 850 puntos al cierre del año, un movimiento que acompaña el crecimiento del comercio electrónico en ciudades medianas y zonas rurales. “Antes ibas una vez la semana y ahora vas una vez al día”, explica Arranz sobre el aumento del flujo en regiones donde la demanda antes era marginal.
Crecimiento y operaciones en el AIFA
La compañía también buscará consolidar su operación en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, donde fue la primera aerolínea en trasladar su carga cuando el gobierno federal ordenó la salida del AICM. Lo que inició como un movimiento obligado por un decreto presidencial se convirtió en una ventaja competitiva.
“Nos ha ido increíble en al AIFA”, afirma el directivo. En el AICM, la compañía tenía apenas 1,500 metros cuadrados para operar y en el AIFA su plataforma se expandió a 10,000 metros cuadrados. El cambio de escala llevó a DHL a solicitar al gobierno la extensión de su concesión por 10 años adicionales.
“Nosotros hemos sido muy claros y le mandamos una carta al gobierno de México diciendo que nosotros estamos súper contentos en el AIFA”, asegura Arranz. La empresa también inauguró su campus logístico en Zumpango-Nextlalpan, que funciona como un nodo de soporte para la operación aérea y terrestre.
La compañía reconoce que el entorno es más difícil que en años anteriores, los ciclos regulatorios se acortaron, los costos de cumplimiento subieron y la trazabilidad de mercancías minimis exige más información y más procesos internos. Pero también concluye que el mercado mexicano, incluso con impuestos adicionales, no ha perdido dinamismo. “A los mexicanos les encanta comprar”, insiste Arranz, y en esa conducta se sostiene buena parte de la planeación anual.