Ese movimiento llegaría en un momento delicado. Televisa busca mejorar su posición frente al mercado y recuperar gradualmente la confianza de inversionistas y calificadoras, tras varios trimestres de presión sobre ingresos, rentabilidad y base de clientes.
El atractivo estratégico del activo
El atractivo estratégico de AT&T no está en duda. La operación permitiría a Televisa hacerse de 185.7 MHz de bandas espectrales, además de un negocio mayorista cuyo principal cliente es Movistar, al albergar el tráfico de 23.5 millones de usuarios.
A ello se suma una cartera directa de 24.1 millones de clientes móviles, de los cuales 73.4% corresponde a prepago y 26.6% a pospago. Aunque este último segmento es menor en volumen, concentra al consumidor de mayor valor para los operadores.
Al tercer trimestre, el Ingreso Promedio por Usuario del segmento pospago se ubicó en 146 pesos, uno de los niveles más altos del mercado, solo por debajo de Telcel, que reportó 186 pesos. Ese dato explica por qué el activo resulta especialmente atractivo desde una lógica comercial.
Con estos activos, Televisa fortalecería su estrategia de cuádruple play, particularmente en la parte móvil. Actualmente ofrece televisión de paga, internet, streaming y telefonía a través de izzi Móvil, un operador móvil virtual que opera sobre la red de AT&T.
Hasta ahora, la telefonía móvil ha funcionado principalmente como una herramienta de fidelización. Sin embargo, con la cartera de clientes de AT&T, aún presidida por Mónica Aspe, Televisa estaría en posición de competir de forma frontal con Telcel en el mercado móvil.
El peso del riesgo financiero y regulatorio
Pero el impacto de una compra de este tamaño va más allá de la lógica comercial. Antes de concretarse, una operación así tendría que superar el escrutinio regulatorio y contar con el visto bueno de los accionistas, en un entorno de alta sensibilidad para la industria.
Las agencias calificadoras ya han marcado líneas claras. En junio pasado, S&P Global ubicó a Televisa en una escala BBB, que implica que aún conserva el grado de inversión, aunque con una capacidad vulnerable para cumplir con sus obligaciones financieras.
La calificadora advirtió entonces que, si la compañía recurre a mayor endeudamiento para financiar inversiones, fusiones o adquisiciones, su calificación crediticia podría deteriorarse aún más. Ese escenario encaja directamente con una eventual compra de AT&T.
Moody’s Ratings, por su parte, ya rebajó la calificación como emisor y deuda sénior a ‘Ba1’ desde ‘Baa3’. Esta evaluación coloca a Televisa en una categoría especulativa, con un riesgo crediticio sustancial y menor margen de maniobra financiera.
En ese contexto, los especialistas advierten que una operación de la magnitud de la compra de AT&T prácticamente garantizaría una reacción negativa de las agencias calificadoras. La probabilidad de una rebaja crediticia es alta, lo que alejaría aún más al grupo de la posibilidad de consolidar o recuperar el grado de inversión en el mediano plazo.
“Si Televisa compra a AT&T las calificadoras van a reaccionar de inmediato y es probable que la respuesta sea quitar el grado de inversión. Para realizar la adquisición requerirá de una combinación de efectivo, acciones y apalancamiento. Pero muy probablemente la presión más fuerte vendrá de la caja y Televisa no está ahora en condiciones de endeudarse más”, aseguró Amin Vera, director de inversiones de Invala Family Office y analista financiero.
Expansión se acercó a Televisa para conocer su postura sobre el tema; sin embargo, hasta el momento de la publicación de este texto, la empresa no había proporcionado ninguna respuesta.
Rentabilidad bajo tensión
Las rebajas responden a un contexto operativo complejo. Televisa busca alcanzar la rentabilidad en un entorno donde sus negocios de telecomunicaciones, particularmente Izzi y Sky, enfrentan cambios estructurales en los hábitos de consumo.
Los usuarios migran hacia plataformas digitales y reducen su contratación de televisión de paga. Solo en el tercer trimestre, Televisa registró una caída en beneficios de 1,932 millones de pesos, una disminución de 4.8% en ingresos y la desconexión de 329,000 clientes de Sky.
A ello se suma una deuda total que alcanza los 4,900 millones de dólares y un flujo de liquidez de 1,500 millones de dólares, recursos de los cuales tendría que echar mano para financiar la adquisición de AT&T.
Brian Rodríguez, analista de Monex Grupo Financiero, considera que la intención estratégica es comprensible, pero cuestiona el momento. En su opinión, la empresa debería evitar elevar su apalancamiento en el contexto actual.
“Televisa en los últimos años afronta retos operativos con márgenes bastante cerrados, bastante apretados, y suscriptores a la baja, lo que ha mermado también la capacidad de generación de utilidades y con una compara de este tipo elevará su nivel de apalancamiento y con riesgos de poder generar beneficios en el corto y en el mediano plazo”, dijo Rodríguez.
El aumento de deuda y la reducción de efectivo limitarían la capacidad de Televisa para invertir en la creación y adquisición de contenidos para ViX, su plataforma de streaming. Este activo es clave para competir en el mercado de video bajo demanda, dominado por Netflix.
Además, la compra de AT&T implicaría inversiones intensivas adicionales. Televisa tendría que ampliar y mantener la red, así como participar en licitaciones de espectro, un insumo que en México tiene uno de los precios más elevados de América Latina.
Así, la posible compra de AT&T se perfila como una jugada de alto impacto estratégico, pero también de riesgo financiero. La viabilidad no depende solo de la capacidad de compra, sino del costo que Televisa estaría dispuesta a asumir en su balance para redefinir su papel en el mercado de telecomunicaciones.