La belleza en la Biblia: Ilustraciones del libro más distribuido del mundo

Durante siglos, ricas ilustraciones artesanales y caligrafía intrincada dieron vida a los textos bíblicos.
El apocalipsis de Silos (1091-1109), latín "No es un libro religioso, es un libro de arte", agrega Scot McKendrick, coautor del libro y director de Colecciones de Legado Occidental de la Biblioteca Británica. (Foto: Biblioteca Británica)

Es

, pero la mayoría de las biblias modernas, con sus páginas densas en blanco y negro y sus portadas usualmente austeras, no suelen relacionarse con el arte. Sin embargo, no siempre fue así. Durante siglos, las ricas ilustraciones artesanales y la caligrafía intrincada daban vida a los textos bíblicos.

Algunos de los ejemplos más hermosos se recopilaron en The Art of the Bible: Illuminated Manuscripts From the Medieval World (El arte en la Biblia: Manuscritos ilustrados del mundo medieval), el nuevo libro de Scot McKendrick y Kathleen Doyle en el que se destacan 45 ejemplos de la vasta colección de manuscritos cristianos de la

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"Una de las cosas que tratamos de lograr fue reportar fiel y exactamente el desarrollo del texto, la forma en la que el arte embellecía el texto y para qué se usaba", dice Kathleen Doyle, coautora del libro y curadora en jefe de manuscritos ilustrados de la Biblioteca Británica.

"En la tradición cristiana, las ilustraciones ricas son una forma de subrayar la importancia del texto como texto sagrado", explica McKendrick, quien encabeza las Colecciones del Legado Occidental de la Biblioteca Británica.

Cuando se estaba haciendo este manuscrito, la fabricación de libros cristianos había sido parte importante de la vida de los etíopes desde hacía 1300 años, de acuerdo con McKendrick y Doyle.

En su estudio de los arcos decorados de la Tabla del Canon Dorado (un texto de la Constantinopla del siglo VI o VII, escrito sobre un pergamino pintado de dorado) y del libro de Evangelios brillantemente coloreados de la Etiopía del siglo XVII, entre otros, el libro muestra el desarrollo del arte y la caligrafía que se usaba para expresar la religión cristiana hace más de 1,000 años.

Los Evangelios de Lindisfarne, esenciales para entender la producción de libros anglosajona en uno de los siglos más importantes para la cristiandad en Europa Occidental a principios de la Edad Media.

"Estamos bien conscientes de que, para muchas personas, es un texto sagrado, pero al mismo tiempo tiene un desarrollo histórico; queríamos retratar esa historia de la forma más precisa posible", explica Doyle, curadora en jefe de manuscritos iluminados de la Biblioteca Británica.

En el libro The Art of the Bible: Illuminated Manuscripts From the Medieval World, de Scot McKendrick y Kathleen Doyle, se destacan 45 ejemplos de la vasta colección de la Biblioteca Británica.

"No es un libro religioso, es un libro de arte", agrega McKendrick.

Un deber público

Para los autores, el libro fue una labor de amor, ya que se esforzaron para asegurarse que estaban presentando un despliegue amplio, en sentido cronológico y geográfico, que representara los muchos estilos de textos que hay en la colección de la biblioteca. Para ello, tuvieron que tomar algunas decisiones difíciles.

"Fue muy difícil elegir los manuscritos que incluiríamos; es como decidir a cuál de tus hijos quieres más porque los amas a todos", dice Doyle.

Además de su tamaño y legibilidad, las biblias romanescas gigantes como esta solían distinguirse por la belleza de su decorado, de acuerdo con los autores.

Ambos autores dicen que, a final de cuentas, les dio gran satisfacción lograr que el arte que adorna a las biblias ilustradas con las que trabajan todos los días quedara al alcance de más personas con el fin de que se entienda.

Al revivir los estilos artísticos romanos, Carlomagno pretendió recrear el esplendor y la gloria de la Roma antigua.

"Creo que es un gran deber público hacer que este material quede accesible, hacer que la gente entre en contacto con él y recordarles que esencialmente es suyo", dijo McKendrick.

Ya está a la venta el libro

, de Scot McKendrick y Kathleen Doyle, de la editorial Thames & Hudson.