Cercana realidad
María Esperanza Martínez-Romero es investigadora nivel 3 del SNI desde 1999 y al mayor nivel (D) del programa de estímulos PRIDE de la UNAM. Fue coordinadora de la Licenciatura en Ciencias Genómicas de la máxima casa de estudios.
Gran parte de su investigación se enfoca en el estudio de bacterias benéficas para las plantas, y especialmente cómo estas contribuyen en la fijación de nitrógeno en plantíos de frijol, leguminosas y, recientemente, de maíz, aunque lo ideal es que sirva para otros cereales, comenta. La investigadora lamenta que la participación de mujeres en la ciencia en México sea discreta.
Somos una minoría muy clara. En el mismo Centro de Investigación, las mujeres somos el 30 por ciento
Esperanza Martínez-Romero
De acuerdo con información de la página electrónica del Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM, solo 7 de los 29 investigadores que tiene registrados son mujeres.
Según la investigadora, la maternidad es una de las causas que limita el crecimiento de las mujeres en la ciencia. “Los hijos son muy demandantes y el embarazo representa un gran esfuerzo físico. Eso hace que, en algún momento de la vida, las mujeres estén en una situación desventajosa respecto a los hombres”, señala. A decir de la investigadora, son muchos los casos de alumnas que se embarazan en el doctorado y ya no lo terminan o se tardan demasiado para terminarlo.
Por ello, existen mujeres que deciden solo ser técnicas en vez de investigadoras para aprovechar la flexibilidad de horarios y poder combinar el rol de madre y científica. “Crean grupos, pero no como los líderes académicos, sino apoyando un grupo de investigación, lo cual no es malo, pero creo que las mujeres tienen la capacidad para ser líderes”.