La moneda de un país es un indicador de la confianza (o falta de ella) de los inversionistas. A mediados de 2018, un par de semanas antes de las elecciones, el peso se acercaba a las 20.9 unidades por dólar, cerca de su peor nivel en la historia (21.93). La expectativa de que sucediera un cambio de partido en la presidencia y de que este fuera desordenado tenía en vilo al mercado.
Recomendamos: El gran acierto y el mayor error económicos de AMLO en 2019
Nada pasó, la moneda se recuperó y un año después de la transición, el peso se ha apreciado 4.4% al pasar de 20.45 a 19.55 unidades por dólar. Se trata del mejor desempeño para la moneda mexicana en un inicio de sexenio desde 1994, cuando comenzó a moverse bajo libre flotación (sin intervención del gobierno).
Si bien, “el mercado de divisas es apolítico, lo que da la seguridad es que haya un proceso de transición pacífico, lo que ayudó a la apreciación del peso”, comenta Alfonso Esparza, analista de OANDA, firma de datos y negociación de divisas.