Gran parte del surgimiento de Moderna se debe a sus innovaciones en el desarrollo de vacunas de ARN mensajero, que utilizan las células del cuerpo como mini fábricas de vacunas. Eso ha llevado a algunos analistas de Wall Street a denominarla la “Tesla de la biotecnología” porque la empresa con sede en Cambridge, Massachusetts, está trazando un rumbo que puede cambiar la forma en que se tratan las enfermedades infecciosas.
Pero los paralelismos con Tesla no son necesariamente un buen augurio para las acciones de Moderna. Desde el día anterior a la inclusión de Tesla en el índice de referencia en diciembre, ha caído alrededor de 5% frente a una ganancia del índice de casi 17%. Otras adiciones recientes al índice también han tenido un bajo desempeño.
Las acciones de las empresas que entran al índice normalmente repuntan antes de la inclusión a medida que los inversionistas ajustan sus carteras. Las acciones de Moderna ya estaban perdiendo fuerza el martes y cerraron con una baja de 2% en 307.33 dólares.
Los escépticos del auge de Moderna en los últimos meses señalan que su cartera de productos está en las primeras etapas de las pruebas en humanos, mientras que aún no hay total claridad sobre el mercado de las vacunas de refuerzo contra el COVID-19.
Aun así, los resultados de laboratorio recientes muestran que la vacuna de Moderna produce anticuerpos contra la variante delta del COVID-19. Los analistas de Goldman Sachs también predicen que Moderna podría tener una nueva vacuna contra la gripe en el mercado para 2023 y una combinación de vacuna contra la gripe y el COVID-19 en 2024. La compañía también está trabajando en nuevas vacunas y medicamentos para el cáncer y el VIH, así como para el zika y enfermedades cardíacas.