Hay dos conceptos que suelen usarse sin distinción para referirse a la perdida de valor de una moneda respecto a otra: depreciación y devaluación. Sin embargo, en el esquema de libre flotación del tipo de cambio, como el que utiliza México, esto es un error.
Si bien, los dos conceptos hacen referencia a una pérdida de valor de la moneda nacional frente a una extranjera, utilizar el término depreciación o devaluación depende de distintas situaciones.
El término devaluación se usa en un esquema donde el gobierno fija el tipo de cambio. En este sistema la autoridad monetaria establece un nivel del tipo de cambio, y se compromete, interviniendo en el mercado comprando o vendiendo divisas, a garantizar que este tipo de cambio se mantenga en ese nivel.
En México hasta diciembre de 1994 se utilizaba un tipo de cambio fijo, por lo que se usaba el término devaluación, que es asociado a periodos de crisis que pudieron haber quedado marcados en el subconsciente de personas que refieren el tema cambiario.
El término depreciación se usa en un esquema de flotación libre del tipo de cambio, donde éste es determinado por la interacción de la oferta y la demanda en el mercado, sin que intervengan las autoridades, tal como el que predomina actualmente en el país.
A partir de 1994, cuando el tipo de cambio comenzó a flotar libremente, la depreciación o su opuesto, la apreciación, son cosa de todos los días, pues el mercado se mueve libremente en todo momento. Es por esto por lo que el término que debe usarse al hablar del tipo de cambio en México es "depreciación".
Con un régimen cambiario flexible, cualquier país puede gozar de independencia monetaria, definida como la capacidad de conducir la política monetaria para propósitos internos, sin influencias monetarias externas, de acuerdo con Manuel Sánchez González es exsubgobernador del Banco de México y autor del libro: Economía Mexicana para Desencantados.
La independencia monetaria permite al banco central perseguir sus objetivos estatutarios, como la estabilidad de los precios. Esta ventaja contribuye a explicar por qué, durante las décadas recientes, gran parte de las economías ha optado por regímenes cambiarios flexibles, también señala Sánchez.
En el último año, el peso se apreció 4.3% respecto al dólar. Esta evolución es distintiva porque ocurrió en medio de un desplome financiero generalizado, que involucró el descenso de la cotización cambiaria de las principales monedas en el mundo.
En los veintiocho años en que la moneda mexicana ha operado bajo un régimen de libre flotación, el tipo de cambio del dólar en términos de pesos ha fluctuado en torno a una tendencia alcista. Es decir, independientemente de la mayor o menor volatilidad, el peso ha mantenido una tendencia hacia la depreciación. Es así como el precio del dólar en términos de pesos pasó de 5.00 a finales de 1994 a 19.65 a inicios de noviembre de 2022.
Finalmente, cabe mencionar que, tanto en economía como en contabilidad, el término depreciación también se refiere a una disminución periódica en el valor los activos (el capital invertido por una empresa). Por lo cual, el valor general de cada activo disminuye con el tiempo y el uso.
