Lo paradójico es que, en esas circunstancias, a nadie le preocupa cómo llegaste a dicha conclusión. Es una lástima porque no es en el qué, sino en el cómo, en donde la opinión de un economista puede ser útil, ayudar a normar decisiones.
En el caso del reporte aludido, el cómo tiene que ver con el ciclo monetario de Estados Unidos. A una depreciación súbita en respuesta a un choque – la Crisis Financiera Global (CFG) – siguió un rebote en la medida que la Reserva Federal de aquel país baja tasas, pero que se revierte en el momento en el que el estimulo monetario se retira. Bajo esta lógica, estamos en un nuevo ciclo, donde las fases 1 y 2 ya ocurrieron (pandemia como choque inicial y descenso en tasa de fondos federales como respuesta). El reporte de marras argumenta así que estamos en la tercera fase, cuando el retiro del estimulo debería validar la depreciación original del 20%.
Lo que habría que debatir entonces son estas premisas. Creo por ejemplo que los ciclos monetarios aludidos han sido extraordinarios y las condiciones no necesariamente se replican. Después de la CFG, por ejemplo, los mercados emergentes eran “el sabor del mes” una gran proporción de la liquidez que inyecta la Fed efectivamente se dirigió a ellos. No estoy seguro de que sea el caso en la actualidad; otros activos – las criptomonedas por ejemplo – alcanzaron valuaciones de burbuja y son por ende los que sufren más ante el retiro de liquidez.
En el caso del peso mexicano en particular, creo que otro factor es más importante aún para explicar la depreciación del peso al final del ciclo anterior de Moody´s Analytics: la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos el 8 de noviembre de 2016. Entre esa fecha y el 11 de noviembre de 2016, el tipo de cambio fix pasó de 18.5 pesos por dólar a 21.0, una depreciación del 13.5%. Hay, eso sí, un par de lecciones valiosas de esa experiencia.
La primera es que, en la determinación del tipo de cambio, factores como el cambio de tipo pueden ser muy relevantes. Son eventos impredecibles que no pueden incorporarse en un modelo. Hacia adelante es posible imaginarse un escenario en donde una disputa comercial con nuestros socios del T-MEC lleve a una depreciación cambiaria importante, quizá de una magnitud semejante a la que pronostica Moody´s Analytics. Aun si el resultado es el que se predijo, no quiere decir que el modelo haya funcionado; puede generar incluso confusión. ¿Por qué culpar a la Fed de un pésimo juicio en materia comercial en este ejemplo?