“El problema es que los mensajes que emiten algunas marcas son solo eso, mensajes. Los consumidores contrastan de inmediato con lo que saben de la marca y lo que están haciendo, si se dan cuenta que no se relaciona con lo que comunican entonces dejan de confiar. Por eso es muy importante la coherencia”, explica Ana Marín, vicepresidenta de integración digital e innovación en McCann Worldgroup.
Y no es que a los consumidores les molesten los mensajes activistas, al contrario, más de la mitad asegura que es acertado que las empresas se sumen a movimientos como #blacklivesmatter o #metoo, pero deberían tomar una postura sobre el tema y no solo centrarse en un objetivo comercial.
“Las marcas tienen que asegurarse de salvaguardar su reputación, no de debilitarla ni hacer que la cuestionen. Así que más allá de hablar sobre un movimiento social, es necesario que se involucren, que se atrevan a subirse a estas campañas y que cambien la imagen con la que se venden”, recomienda Jorge Cervantes, consultor senior de la agencia AB Comunicación.