Grabaciones revelan a presidente de Brasil en un presunto tráfico de influencias
La filtración de audios, que aceleraron la caída de la entonces presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y afectaron la imagen del exmandatario Luiz Inacio Lula da Silva, amenaza ahora al nuevo inquilino de la presidencia, Michel Temer.
El mandatario brasileño habría sido grabado por su propio ministro de Cultura, Marcelo Calero, en un presunto escándalo de tráfico de influencias.
Calero, quien renunció el viernes pasado, habría grabado a Temer, mientras el presidente lo reprendía supuestamente por no haber aceptado las presiones para aprobar la construcción de un edificio en Salvador de Bahía en el que otro ministro –el recién dimitido Geddel Vieira Lima- tiene intereses privados.
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Marcelo Calero, que el jueves pasado declaró a la Policía Federal haber sido presionado por el presidente para favorecer a Vieira Lima, dijo que también tiene grabaciones del jefe de la Casa Civil, Eliseu Padilha, considerado uno de los hombres más influyentes del Ejecutivo.
Las grabaciones no han sido publicadas, pero la fiscalía estudia pedir la apertura de una investigación sobre lo sucedido, mientras la oposición ya anunció que probablemente pedirá la apertura de un juicio político contra Temer por “crimen de responsabilidad”.
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Tras la revelación del audio, Geddel Vieira Lima renunció este viernes.
"Es momento de partir", dijo Vieira Lima, ministro a cargo de las relaciones con el Congreso y uno de los aliados más cercanos a Temer, en un correo electrónico que hizo público el despacho de Temer.
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No es la primera vez que grabaciones afectan al entorno más cercano del presidente, pero la nueva crisis de gobierno se produce en un momento en que –con seis meses acumulados al mando del país y sin resultados concretos- comienzan a surgir dudas sobre si Temer realmente puede sacar a Brasil de la recesión económica.
En mayo pasado, dos semanas después de asumir el poder de forma interina, uno de los ministros de Temer, Romero Jucá, titular de la cartera de Planificación, tuvo que dimitir tras publicarse un audio en el que se reveló que habría actuado para frenar investigaciones sobre corrupción que le afectan.
En el audio, Jucá, uno de los articuladores del juicio político a la entonces presidenta Dilma Rousseff, hablaba con un investigado de la Operación Lava Jato sobre los desvíos en Petrobras y evocaba la necesidad de “limitar” las investigaciones para “frenar la sangría” que estaban provocando.
La revelación de audios –que las televisoras brasileñas publican integralmente en los noticieros- ya provocó una enorme inestabilidad en el Ejecutivo anterior, del Partido de los Trabajadores (PT).
En marzo pasado, la revelación de una conversación entre la entonces presidenta Rousseff y Lula provocó uno de los mayores momentos de tensión en la crisis política que azotó a la mandataria.
La grabación, de pocos segundos, revelaba una llamada a iniciativa de la presidenta para Lula, a quien Rousseff anunciaba que le estaba enviando un documento oficial con el nombramiento como ministro de la Casa Civil para utilizarlo “en caso de necesidad”.
Los investigadores de la Operación Lava Jato y buena parte de la prensa brasileña interpretaron esa llamada de Rousseff como una sugerencia a Lula para usar el documento oficial en caso de que las fuerzas de seguridad trataran eventualmente de detenerlo en el marco de la Operación Lava Jato.