Un "golpe de estado" en el Vaticano le pega a Francisco
(CNN)- Incluso antes de que el arzobispo Carlo María Vigano pidiera el domingo la renuncia del papa Francisco, los dos religiosos ya acumulaban historia en común no muy buena.
Vigano, exembajador del Vaticano en Estados Unidos, enfureció a algunos funcionarios de la Iglesia en 2015 al organizar una reunión en la embajada del Vaticano en Washington entre el papa y Kim Davis, la empleada de Kentucky que se negó a firmar los certificados de matrimonio entre personas del mismo sexo.
Durante su viaje a Estados Unidos, el papa intentó mantenerse por encima de las guerras culturales del país. Vigano metió a Francisco en la refriega. El Vaticano, que intentó distanciar al papa de Davis, estaba disgustado. Dos años más tarde, Francisco aceptó silenciosamente la renuncia de Vigano.
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El domingo, Vigano contraatacó.
En un "testimonio" de 11 páginas publicado para los medios conservadores católicos, Vigano acusó a Francisco de ignorar sus advertencias sobre el arzobispo Theodore McCarrick, quien dirigió la Arquidiócesis de Washington desde 2000 al 2006. Bajo las órdenes de Francisco, McCarrick renunció el Colegio de Cardenales el mes pasado después de acusaciones de que abusó sexualmente de un monaguillo y de seminaristas.
Pero Vigano dijo que anteriormente el papa había levantado las restricciones impuestas a McCarrick por el papa Benedicto XVI, que renunció en 2015.
"En este momento extremadamente dramático para la Iglesia universal", escribió Vigano, "debe reconocer sus errores y, de acuerdo con el principio proclamado de tolerancia cero, el papa Francisco debe ser el primero en dar un buen ejemplo a los cardenales y obispos que encubrieron los abusos de McCarrick y renuncie junto con todos ellos".
Las acusaciones de Vigano se producen cuando Francisco y su iglesia intentan contener una crisis de abuso sexual que se extiende rápidamente desde Australia a Pensilvania. En Irlanda, un país devastado por sus propios escándalos de abusos del clero, el papa se disculpó repetidamente el fin de semana pasado por los pecados y crímenes de los líderes de la Iglesia, lamentando que "algunos miembros de la jerarquía no abordaron estas situaciones dolorosas y guardaron silencio".
En el viaje en avión a casa, el mismo papa guardó silencio sobre las acusaciones de Vigano.
"No voy a decir una sola palabra sobre esto", dijo. "Creo que la declaración habla por sí misma. Y usted tiene la capacidad periodística suficiente para sacar sus conclusiones. Es un acto de confianza".
OPINIÓN: Los católicos necesitan más que una carta del Papa Francisco
Mientras los periodistas buscan la verdad y el papa guarda silencio, la carta de Vigano ha surgido como una especie de prueba de Rorschach para los católicos: muchos católicos conservadores dicen que el papa debe irse. Los católicos liberales acusan al arzobispo de lanzar un golpe de Estado contra su jefe.
"Esta es una operación golpista contra el papa Francisco", dijo Massimo Faggioli, profesor de historia y teología católicas en la Universidad de Villanova en Pensilvania.
"Es una sorprendente convergencia entre la agenda personal de Vigano y la agenda teológica de aquellos a los que no les gusta el papa Francisco".
Cambiando las tornas hacia Vigano, la Arquidiócesis de Washington sugirió que su mandato en Estados Unidos debería ser investigado.
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Un memorándum de 2014 muestra que Vigano mismo exigió que se destruyeran las pruebas en un intento de finalizar una investigación contra un exarzobispo de St. Paul y Minneapolis, según el analista de CNN sobre el Vaticano John Allen.
Pero el obispo de Phoenix, Thomas J. Olmsted, emitió una declaración defendiendo a Vigano, a quien dijo conocer desde 1979.
"Aunque no tengo conocimiento de la información que revela en su testimonio escrito del 22 de agosto de 2018 —así que no puedo verificar personalmente su veracidad— siempre lo he conocido y respetado como un hombre de veracidad, fe e integridad", escribió Olmsted. .