¿Qué está en juego en las elecciones de Brasil?
RÍO DE JAINERIO- Los brasileños elegirán el 7 de octubre presidente, gobernadores, diputados, dos tercios de los senadores y representantes en las asambleas regionales en un clima de polarización y bajo una profunda crisis.
En las presidenciales y de gobernadores hay una segunda vuelta prevista, el 28 de octubre, si ninguno de los candidatos obtiene la mayoría absoluta de los votos válidos.
Estas son algunos de los asuntos más candentes de estos comicios:
¿Un candidato ultraderechista puede ser electo?
Los sondeos sostienen desde hace semanas que el diputado Jair Bolsonaro tiene asegurada su presencia en la segunda vuelta, bajo la etiqueta de su pequeño Partido Social Liberal (PSL).
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Las encuestas llegaron a darlo ganador en varios escenarios de balotaje; en la última semana de septiembre registró un retroceso pero un sondeo Ibope del lunes muestra que repuntó y que en una eventual segunda vuelta, gana o empata con la mayoría de sus eventuales adversarios.
Si fuera electo, sería la primera vez que un presidente de extrema derecha, apólogo de la dictadura (1964-85) y de sus métodos de tortura, llegara al poder en Brasil.
¿El PT de Lula puede volver al poder?
Tras la invalidación de la candidatura del expresidente Luis Inácio Lula da Silva, encarcelado por corrupción, su delfín Fernando Haddad, exalcalde de Sao Paulo , escaló rápidamente en los sondeos hasta situarse en segundo lugar.
Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), parece tener igualmente asegurada su presencia en la segunda vuelta para disputar un duelo con Bolsonaro. La semana pasada una encuesta lo dio como ganador fuera del margen de error, pero el sondeo Ibope del lunes los muestra en igualdad de intención de voto.
Si Haddad fuera electo, el PT ganaría su quinta presidencial consecutiva, tras las elecciones de Lula (2002-2006) y de su delfina Dilma Rousseff (2010-2014). El mandatario saliente, Michel Temer (PMDB, centroderecha), llegó al poder como vicepresidente de Rousseff, destituida en 2016 por el Congreso.
¿Por qué esta campaña es inédita?
Lula, con casi 40% de las intenciones de voto, fue finalmente apartado de la carrera electoral tras meses de idas y vueltas político-judiciales. Esa incertidumbre explica en gran medida que estas elecciones se hayan convertido en las menos previsibles de las últimas décadas en Brasil.
Bolsonaro, por su lado, rozó la muerte tras ser apuñalado en un mitin a inicios de septiembre . El ataque lo sacó de la campaña en las calles.
¿Qué impacto tendrán los escándalos sobre la elección?
Limitado. Además de Lula, impugnado por su situación judicial, decenas de políticos acusados de corrupción deberían mantenerse al frente del país, según los analistas. Los caciques regionales, y en muchos casos sus hijos, serán con toda probabilidad reelectos.
La gigantesca investigación Lava Jato, sobre un sistema de sobornos en Petrobras, sentó en el banquillo o puso tras las rejas a decenas de empresarios de primer plano y a responsables de casi todos los partidos políticos, pero no llegó a revolucionar la práctica de la política en Brasil.
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¿Cómo reaccionarán los mercados?
Los operadores de mercado apostaban por candidatos centristas, que no llegaron a despegar en los sondeos. Ante la polarización, vienen dando señales de preferir a Bolsonaro sobre Haddad. El líder de la ultraderecha, que admite ser totalmente lego en economía, anunció que de llegar al poder nombraría al frente de un poderoso ministerio de Hacienda a Paulo Guedes, un ultraliberal.
Los inversores tuvieron años fastos con Lula (2003-2010), pero afirman que el actual discurso del PT, que cuestiona la política de austeridad, podría tener efectos desestabilizadores.
¿Cuáles son los mayores desafíos del próximo presidente?
La recuperación de la economía, después de dos años de recesión (2015 y 2016) y otros dos de débil crecimiento. En el centro de las discusiones está una reforma de las jubilaciones, cuestionada por el PT, aunque admitida por candidatos incluso de centroizquierda, para tratar de reducir los déficits del Estado.
Otro reto: poner fin a la escalada de violencia que cada año deja más de 60,000 muertos. La seguridad, junto a la salud, la educación y la vivienda -sectores con magros presupuestos- figuran entre las mayores preocupaciones de los electores.