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Refugiado sirio y su hijo son las primeras víctimas sepultadas de Nueva Zelandia

La familia Mustafa llegó a Christchurch en julio pasado, después de haber pasado varios años en un campamento para refugiados en Jordania.
mié 20 marzo 2019 11:22 AM
Nombrarlos.
Nombrarlos. Khaled y Hamza Mustafa fueron las primeras de las 50 víctimas en recibir sepultura. La primera ministra, Jacinda Ardern, pidió contar la historia de las víctimas.

CHRISTCHURCH, Nueva Zelanda (CNN)- Zaid Mustafa debió haber estado en la escuela el miércoles 20 de marzo.

No obstante, lo llevaban en silla de ruedas a la tumba de su padre y su hermano, rodeado de dolientes desconocidos en un país al que tenía poco de haber llegado.

El joven de 13 años recibió un disparo en la pierna el viernes pasado, cuando un pistolero abrió fuego contra los feligreses en dos mezquitas en la ciudad neozelandesa de Christchurch; 50 personas murieron y un país que pensó que una cosa así nunca podía pasar ahí quedó perturbado.

Los Mustafa tampoco creían que eso pudiera pasar allá.

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Khaled, de 44 años, y Hamza, de 15, estaban en la mezquita Al Noor, en la avenida Deans, cuando los derribaron a tiros. Les sobreviven Zaid; su madre, Salwa, y su hermana menor, Zaina.

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La familia se había mudado a Christchurch en julio pasado luego de haber huido de Siria y de haber pasado varios años en un campamento para refugiados en Jordania. Consiguieron la visa para Nueva Zelandia a través del programa para refugiados, de acuerdo con Ali Akil, de Syrian Solidarity New Zealand.

Su nueva vida duró ocho meses.

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La primera ministra de Nueva Zelandia, Jacinda Ardern, habló de los Mustafa durante una conferencia de prensa el miércoles, en su segunda visita a la ciudad desde el ataque del viernes.

En las horas posteriores al ataque, Ardern dijo que le habían informado sobre las víctimas y que una familia de refugiados sirios "debió haber estado a salvo aquí".

Los primeros entierros

Khaled y Hamza Mustafa fueron las primeras de las 50 víctimas en recibir sepultura, cinco días después de la masacre.

Algunas familias se impacientan cada vez más por el tiempo que les está tomando a las autoridades terminar las autopsias y entregar los cuerpos.

El comisionado de la policía de Nueva Zelandia, Mike Bush, dijo el miércoles que se había identificado a 21 víctimas, pero advirtió que identificar formalmente a todos los fallecidos podría tomar más de lo esperado.

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Se espera que se lleve a cabo un funeral masivo el jueves, en el que se inhumará a una cantidad no determinada de víctimas.

Salwa quería un funeral aparte y más rápido para su esposo y su hijo, de acuerdo con Akil.

La ceremonia del miércoles comenzó después del mediodía. La caravana de autos cruzó lentamente las puertas del cementerio Memorial Park; pasó frente a unos policías armados y se dirigió hacia una carpa detrás de una cerca blanca. A través de las ventanas de una vagoneta se podía ver a uno de los invitados con vendajes en la cabeza.

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Unos voluntarios con chalecos amarillos de alta visibilidad rodearon a los invitados. Algunos habían venido de otras ciudades y otros del extranjero para apoyar a la gran familia musulmana.

"Lloramos cuando supimos la noticia. Por eso nos subimos al primer avión", dijo Gulshad Ali, de Auckland, Nueva Zelandia. "Vinimos nada más para apoyar a la familia, a los amigos y a las personas afectadas".

Ali dijo que no conocía a los Mustafa, pero les manifestó sus condolencias.

En las calles circundantes podía escucharse a la gente coreando Allahu Akbar mientras los invitados recitaban las oraciones islámicas.

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Luego, los dolientes salieron de la carpa llevando a cuestas unas cajas de madera abiertas sobre los hombros, rumbo al lugar en que se habían abierto 50 tumbas.

Los invitados consideran que arrojar tierra sobre la tumba de los muertos un signo de respeto y les ayudará a llegar a la vida siguiente. En ceremonias más pequeñas se usan palas para mover la tierra. Akil dice que fueron tantos los asistentes a la ceremonia del miércoles que los invitaron a todos a arrojar un poco de tierra.

Zaid estaba demasiado débil como para sostener una pala, así que le llevaron una cargada de tierra, cuenta Akil.

'No debemos de dejar de pronunciar su nombre'

Zaid se quedó a aceptar las condolencias antes de que lo llevaran de vuelta al hospital de Christchurch, de acuerdo con Akil. Es probable que pase algún tiempo para que esté en condiciones de regresar a la preparatoria de Cashmere, a la que su hermano también asistía.

Ardern visitó la preparatoria el miércoles para hablar con los estudiantes que habían estado rindiendo tributo a Hamza y Sayyad Milne, otro compañero de 14 años que murió en el ataque. Tariq Omar, un exalumno de 24 años, también estuvo entre las víctimas.

"Ustedes conocen a algunos de los jóvenes que perdieron la vida el viernes", dijo Ardern a los estudiantes. "Tenemos que seguir pronunciando su nombre y contando su historia".

La primera ministra aceptó preguntas del público. La primera fue: "¿Cómo está?".

"Gracias por preguntar", respondió Ardern. "Estoy muy triste".

Nueva Zelanda guardará dos minutos de silencio este viernes, 22 de marzo, para recordar a las víctimas de la masacre.

El llamado a la oración también se transmitirá por televisión y radio nacional para unir a un país sacudido por el dolor a una semana de los hechos.

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