En plena línea ecuatorial, Ecuador cuenta con tierras a unos 3,000 metros de altura ideales para la floricultura, y dos estaciones climáticas definidas: invierno y verano.
Pero estas estaciones ya no ocurren "dentro de los tiempos en que normalmente ocurrían", explica a la AFP David Romo, del colegio de Ciencias Biológicas y Ambientales de la privada Universidad San Francisco de Quito.
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"Eso afecta a cualquier tipo de cultivo y actividad en la producción agrícola", anota el investigador, enfatizando en la relación que puede haber con "el cambio climático". "Eso es innegable", subraya.
Si las altas temperaturas, que ya son atípicas, no ceden en los Andes y el agua comienza a ser un problema, entonces los cultivos podrían perder calidad.
"El agua es un recurso escaso y con el cambio climático podría volverse mucho más escaso, afectando la producción de muchos cultivos como el de las flores", indica a la AFP el gerente de las plantaciones BellaRosa y Rose Connection, Santiago Luzuriaga.
El calentamiento global provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la actividad humana, puede amplificar fenómenos naturales extremos como olas de calor o canículas, inundaciones y sequías, según los científicos.
En medio de las dificultades, para la cita de este 14 de febrero, las rosas ecuatorianas han variado su tradicional atuendo rojo.