Sin embargo, la figura más relevante a nivel internacional que ha tenido Cerro Largo, y en particular Melo, es Juana de Ibarbourou (1872-1975), también conocida como Juana de América, una de las voces poéticas de habla hispana más potentes en los albores del 900.
A los 16 años, Juana Fernández Morales (tal sus apellidos de nacimiento; a los 20 años tomó el de su esposo, por el que fue conocida) publicó en el periódico El deber cívico un artículo sobre los derechos de la mujer, que generó mucho ruido en la época. Algo similar sucedió con su soneto Rebelde, publicado en 1919 en su poemario debut Las lenguas de diamante.
Caronte: yo seré un escándalo en tu barca.
Mientras las otras sombras recen, giman o lloren,
y bajo tus miradas de siniestro patriarca
Las tímidas y tristes, en bajo acento, oren (…)”.
¿Casualidad o causalidad?
Con Juana como referente, expresando desde su pluma su voluntad para que sus pares ocupen otro lugar dentro de la sociedad, no es de extrañar entonces que las arachanas (gentilicio más usado para las nacidas en Cerro Largo) del nuevo milenio tengan un carácter fuerte, que se las note bien plantadas, que sean emprendedoras y, por sobre todas las cosas, muy pero muy luchadoras.
A grandes rasgos, tanto las protagonistas de esta historia como a casi todas las personas consultadas coincidieron con estas definiciones. “Esa es su idionsicracia”, asegura a Expansión la Teniente Coronel Cardozo, con la perspectiva que le da ser oriunda de Salto (departamento ubicado al otro lado del mapa) y haber llegado aquí, por primera vez, en 2002.