La brecha de género en puestos directivos en el sector privado es similar. De acuerdo con el estudio Women in Workplace 2019 de McKenzie, solo el 21% de los cargos de alta dirección son ocupados por mujeres. Aunque esto significó un avance en comparación con 2014, cuando eran solo el 17%.
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Que haya mujeres en puestos de este tipo puede ser un impulso para lograr una mayor equidad de género, pues rompe con estereotipos, como pensar que la economía es una disciplina solo para hombres.
“La diferencia de perspectivas que traen las mujeres ayuda a que se tengan soluciones más innovadoras, a trabajar más en equipo. Al final, eso impacta en la toma de decisiones”, dijo Milena Dovalí, coordinadora de investigación de Oxfam México en entrevista con Expansión.
Dovalí afirma que muchas mujeres no llegan a puestos ejecutivos por los roles sexistas que están impuestos.
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La economista de la asociación civil CIMAC, Carmen Ponce, es menos positiva sobre el impacto que estos nombramientos puedan tener para la equidad de género, pues dice que no todas las mujeres que llegan a estos puestos son feministas.
“Hay muchos hombres metidos en cuerpos de mujeres. Mujeres machistas. El ejemplo perfecto es la ex directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Largarde, quien no impulsó medidas para revertir la inequidad durante su mandato”, afirmó Ponce.