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Las mujeres al frente de los organismos económicos aún tienen liderazgo limitado

A pesar de que en la última década ha sido más común ver a mujeres al frente de instituciones como el FMI o el BCE, todavía hay un recorrido largo para alcanzar la equidad.
vie 06 marzo 2020 05:04 AM
Pionera
Christine Lagarde fue la primera ministra de Economía y Finanzas de Francia, y la primera gobernadora del Banco Central Europeo.

La última década nos dio grandes lecciones sobre la igualdad de género. Varios techos de cristal fueron rotos, entre ellos, los de los organismo económicos de referencia en el mundo.

Tres mujeres están al frente del Banco Central Europeo (BCE), del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Se trata de la francesa Christine Lagarde, la búlgara Kristalina Georgieva y la mexicana Alicia Bárcena.

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Además, de 2014 a 2018, el banco central más grande del mundo, la Reserva Federal de Estados Unidos, estuvo bajo el mando de la economista Janet Yellen.

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Las mujeres también están a cargo del análisis económico de varios organismos multilaterales. La greco-estadounidense Pinelopi Koujianou Goldberg es la economista en jefe del Banco Mundial; la francesa Laurence Boone ocupa este puesto en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y la indio-estadounidense Gita Gopinath es la consejera económica y directora del Departamento de Estudios del FMI.

En México, la secretaría de Economía está en las manos de Graciela Márquez. Pero solo una mujer, Irene Espinosa, ocupa una de las cinco sillas de la Junta de Gobierno del Banco de México.
La presencia de mujeres en esta jerarquía aún es minoritaria. El directorio ejecutivo del FMI es un buen ejemplo, pues solo hay tres mujeres entre los 24 directores ejecutivos.

Este esquema no solo se repite en los organismos multilaterales, sino también en los gobiernos nacionales.

A nivel mundial, solo un 18% de los ministros de gobierno y el 24% de los legisladores son mujeres, de acuerdo con el estudio Tiempo para el cuidado: el trabajo de cuidados y la crisis global de la desigualdad publicado por Oxfam a finales de enero de 2020.

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La brecha de género en puestos directivos en el sector privado es similar. De acuerdo con el estudio Women in Workplace 2019 de McKenzie, solo el 21% de los cargos de alta dirección son ocupados por mujeres. Aunque esto significó un avance en comparación con 2014, cuando eran solo el 17%.

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Que haya mujeres en puestos de este tipo puede ser un impulso para lograr una mayor equidad de género, pues rompe con estereotipos, como pensar que la economía es una disciplina solo para hombres.

“La diferencia de perspectivas que traen las mujeres ayuda a que se tengan soluciones más innovadoras, a trabajar más en equipo. Al final, eso impacta en la toma de decisiones”, dijo Milena Dovalí, coordinadora de investigación de Oxfam México en entrevista con Expansión.

Dovalí afirma que muchas mujeres no llegan a puestos ejecutivos por los roles sexistas que están impuestos.

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La economista de la asociación civil CIMAC, Carmen Ponce, es menos positiva sobre el impacto que estos nombramientos puedan tener para la equidad de género, pues dice que no todas las mujeres que llegan a estos puestos son feministas.

“Hay muchos hombres metidos en cuerpos de mujeres. Mujeres machistas. El ejemplo perfecto es la ex directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Largarde, quien no impulsó medidas para revertir la inequidad durante su mandato”, afirmó Ponce.

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En contraparte, la economista pone a Alicia Bárcena de la CEPAL, pues dijó que “ella sí es feminista y sí es progresista”, pero afirmó que solo es “una aguja en un pajar”.

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La brecha de género no solo es un problema para la parte femenina de la población, sino para toda la sociedad en su conjunto, afirman las dos especialistas.

“En México se calculó que reducir la brecha de género en participación laboral al 25% haría que el PIB incrementará el 5%. Esto es porque al final, al discriminar por razones de género, se desperdicia el potencial de millones de mujeres podrían aportar”, explicó la especialista de Oxfam.

Tanto Dovalí como Ponce señalan que para reducir las brechas de género, y que una mujer al frente del Banco Mundial no sea algo raro, se deben trabajar en políticas públicas que impulsen el desarrollo laboral femenino.

Entre las políticas que sugieren están crear sistemas de cuidados públicos y universales, como las guarderías y las estancias infantiles, así como extender los permisos de paternidad e igualarlos con los de maternidad.

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