Es el segundo mayor balance del mundo tras Estados Unidos.
La cifra es ya el doble de los 20,000 fallecidos que el consejero científico del Ejecutivo, Patrick Vallance, consideraba a mediados de marzo que sería "un buen resultado" de la gestión de la crisis.
Sin embargo, este dato puede ser superior según la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS), que también incluye los casos sospechosos: 48,016 muertos hasta el 22 de mayo.
Según un estudio de la ONS publicado el viernes, la propagación del virus se redujo en un tercio durante la última semana de mayo, con unas 5,500 infecciones diarias estimadas en Inglaterra. Pero señales recientes apuntan a una aceleración de la tasa de transmisión.
Presionado para reactivar la economía cuanto antes, Johnson ha ordenado esta semana abrir las escuelas primarias en Inglaterra y prevé que los comercios no esenciales suban las personas dentro de 100 días, a pesar de las advertencias de numerosos expertos, algunos asesores del gobierno, que ven prematura esa desescalada.
La hoja de ruta del primer ministro sufrió este un nuevo revés al conocerse que el ratio de transmisión medio de la enfermedad es superior en Inglaterra que en el resto de las regiones británicas -Escocia, Gales e Irlanda del Norte-, que se han desmarcado de la hoja de ruta del Ejecutivo central.