Este conservador explicó que quiere un Japón capaz de defenderse militarmente sin arrastrar indefinidamente la carga del arrepentimiento frente a China y Corea del Sur, dos países que estuvieron ocupados por tropas niponas.
En todo caso, bajo Abe, las relaciones de Japón con Corea del Sur se han degradado considerablemente en los dos últimos años, mientras que las de China han mejorado de forma ostensible.
Por otra parte, Abe se ha adaptado a cada cambio de presidente estadounidense. Fue el primer dirigente en precipitarse a Nueva York para entrevistarse con Donald Trump, inmediatamente después de su elección a la presidencia en Estados Unidos, y comparte con él su pasión por el golf.
Al mismo tiempo, Abe ha intentado no ofender al presidente ruso Vladimir Putin, con el que le gustaría resolver el diferendo de las islas Kuriles (llamadas "Territorios del norte" por los japoneses), anexionados por la extinta Unión Soviética tras la Segunda Guerra Mundial, y jamás restituidas a Japón.
Un experto en desviar la atención
Abe, a menudo salpicado por escándalos que afectan a su entorno, ha sabido aprovechar acontecimientos externos —disparos de misiles norcoreanos, catástrofes naturales— para desviar la atención y presentarse como jefe indispensable ante la adversidad.
Su capacidad para resistir en el poder pese a verse salpicado por varios escándalos le valieron el apodo de "Teflón Abe".
La popularidad de Abe ha declinado sin embargo desde el inicio de la pandemia del coronavirus, ya que su acción fue considerada demasiado lenta y confusa.
También Abe se aferró a la esperanza de mantener los Juegos Olímpicos de Tokio en el verano boreal de 2020, que iban a ser el punto álgido de su mandato. Finalmente fueron postergados un año a causa de la pandemia, y su celebración sigue siendo incierta.
Con información de AFP y EFE