BUENOS AIRES- Argentina atraviesa el ojo de la tormenta de una de sus cíclicas crisis económicas. La irrupción de la pandemia y la imposición de una extensa cuarentena para intentar evitar su propagación profundizaron los severos desequilibrios que la tercera economía de América Latina viene arrastrando desde 2012, año en que dejó de crecer.
Sin ahorro fiscal ni acceso a los mercados de deuda, las medidas lanzadas por el gobierno de Alberto Fernández para moderar los efectos del confinamiento resultaron mucho más limitadas que en otros países de la región. Los resultados están a la vista: en el segundo trimestre el PIB se derrumbó 19.1% interanual, en el mismo período se perdieron cerca de cuatro millones de empleos y durante la primera mitad del año 2.4 millones de personas se sumaron al 40.9% de la población que percibe ingresos por debajo de la línea de la pobreza.