A lo largo de los cuatro años, el presidente ha tomado una serie de medidas para dificultar la llegada de migrantes indocumentados a Estados Unidos: separar a las familias migrantes en la frontera, forzar a los solicitantes de asilo a esperar en México o poner fin a los estatus especiales para los llegados de países como El Salvador y Honduras.
No solo eso, sino que ha tratado de limitar la expedición de visas de trabajo y de estudio, para también cerrar las puertas de Estados Unidos la migración regular.
Este tipo de decisiones, pero también los discursos del presidente contra la inmigración, con documentos o sin ellos, han profundizado la polarización en los Estados Unidos.
"Trump va pasar a la historia como que consolidó la política de división socioeconómica, racial y étnico religiosa en Estados Unidos y que va a ser muy complejo que otro presidente en los próximos mandatos logre revertir eso", señaló el doctor Javier Urbano, investigador de la Universidad Iberoamericana, especialista en migración.
Urbano indicó que el presidente ha impulsado una narrativa de división que complace a los sectores más conservadores en Estados Unidos.
Discursos como el del presidente, que culpa a los inmigrantes, principalmente a los centroamericanos, del aumento de la criminalidad, también han alimentado la desinformación sobre las poblaciones migrantes con consecuencias negativas.