Si las elecciones estadounidenses se escrutan siempre con atención, el nuevo escenario que dibuja la salida efectiva del Reino Unido de la UE, que se consuma este 31 de diciembre, convierte la relación transatlántica en una cuestión existencial para Londres.
Y como primer punto en esa agenda aparece cerrar un tratado comercial que las empresas británicas, una vez fuera del mercado único comunitario, reclaman con impaciencia.
Las negociaciones comerciales del Reino Unido con Bruselas para definir el marco posBrexit hacen vislumbrar por ahora, como mucho, un acuerdo de mínimos. Eso hace todavía más apremiante un pacto con Estados Unidos que Londres necesita mucho más que Washington.
En agosto se completó la tercera ronda de negociaciones entre ambos gobiernos para un tratado que aumentaría, según el Gobierno británico, los intercambios en 15,300 millones de libras.
En 2019, el volumen de la relación comercial se situó en 220,900 millones de libras: casi 20% de las exportaciones británicas se dirigen a Estados Unidos.