Por todo esto, la pregunta ahora es: ¿podrá Irán contenerse, absorber la vergüenza de un atentado a pocos kilómetros de Teherán y esperar a la asunción de Biden para ver si se reactiva el acuerdo nuclear, del que dependen en gran parte sus expectativas económicas?
"Algunos expertos especulan que Irán va a contener o moderar su respuesta al asesinato de Fakhrizadeh con el objetivo de no enojar a la administración entrante de Biden", señaló este domingo un editorial del diario israelí en inglés The Jerusalem Post.
"Pero Irán —añadió el periódico— quedó claramente lastimado y humillado por la reciente oleada de incidentes" que incluyó también el asesinato en enero último en Bagdad de Qasem Soleimani, el jefe de la Fuerza Quds, una de las principales divisiones de la Guardia Revolucionaria Islámica, muerto en un ataque norteamericano y los mistriosos incendios en Natanz y en otras instalaciones nucleares.
A esos incidentes se suman el ciberataque israelí que en mayo de este año paralizó el puerto iraní de Shahid Rajaee, cerca del estrecho de Ormuz, y la muerte de Muhammad al-Masri, un importante líder de al-Qaeda asesinado en agosto último en pleno Teherán.
Tamar Eilam Gindin, una experta israelí en asuntos iraníes, afirmó en estos días que, frente a esta avalancha de contratiempos, que incluye también la complicada situación económica y las graves consecuencias de la pandemia de coronavirus, los ayatolas en Teherán desarrollaron el concepto de "paciencia estratégica”.
Se trata, afirmó la analista, de una forma de "salvar la cara" ante el costo político de estos incidentes, al tiempo que se promete que la venganza llegará a su tiempo, y de manera fríamente calculada.
Si no se registran mayores problemas post-electorales en Estados Unidos, Biden entrará a la Casa Blanca en enero: a los iraníes les quedan pocas semanas para ejercer esa "paciencia estratégica", y será cuestión de esperar a ver adónde golpearán.