"¿No estamos, desde hace demasiado tiempo, bloqueados, aparcados en una religión convencional, exterior, formal, que ya no inflama el corazón y no cambia la vida?", dijo Francisco.
"¿Nuestras palabras y nuestros ritos provocan en el corazón de la gente el deseo de encaminarse hacia Dios o son 'lengua muerta', que habla sólo de sí misma y a sí misma?".
La misa en latín dejó de ser de uso generalizado tras el Concilio Vaticano II de 1962-1965 y fue sustituida por las lenguas locales.
En julio, tras argumentar que la misa en latín estaba siendo explotada por los antirreformistas para dañar la unidad de la Iglesia católica, el Sumo Pontífice endureció las normas sobre cuándo podía celebrarse, revocando las decisiones de sus dos predecesores.
Desde entonces, algunos conservadores, incluidos obispos, han desafiado abiertamente al Papa, lo que ha dado lugar al último capítulo de lo que algunos han denominado la "guerra de la liturgia" de la Iglesia.
La fe no es "una armadura que nos enyesa, sino un viaje fascinante, un movimiento continuo e inquieto, siempre en busca de Dios", dijo Francisco.