Estos han sido los aciertos y errores en la estrategia de Biden contra el Covid

Con semanas de anticipación, Joe Biden cumplió su promesa de vacunar a 100 millones de estadounidenses contra la enfermedad, pero eso no impidió el avance de delta y ómicron en el país.
A pesar de meses de insistencia y del fácil acceso a vacunas gratuitas, solo el 62% de los estadounidenses está completamente vacunado y menos del 33% ha recibido la dosis de refuerzo.

Joe Biden llegó con una promesa ambiciosa a la presidencia de Estados Unidos. El demócrata se comprometió a vacunar a 100 millones de estadounidenses durante los primeros 100 días de su gobierno. Para ello, debía aumentar el ritmo de vacunación a un millón de dosis aplicadas por día, algo que parecía imposible en ese momento.

El demócrata se apuntó uno de sus grandes triunfos al destrozar esta meta casi un mes antes de cumplir 100 días en la Oficina Oval. El 25 de marzo de 2021, Biden duplicó su apuesta y dijo que lograría vacunar a 200 millones de estadounidenses para el 30 de abril. Lo cumplió.

Sin embargo, este gran triunfo no le ha alcanzado para frenar la pandemia en Estados Unidos. Con récords de contagios que superan el millón de casos diarios, el país aún es el firme primer lugar en contagios y muertes por Covid-19 en el mundo.

Estos son algunos de los principales hitos de la lucha de Joe Biden ante la pandemia de Covid-19.

Las vacunas: una montaña rusa para Biden

Una vez que la promesa de los 200 millones de dosis fue alcanzada, Biden fue por una meta más. Anunció que para el 4 de julio, el día de la Independencia de Estados Unidos, el 70% de los adultos estadounidenses tendrían por lo menos la primera dosis de la vacuna de Covid-19,

“En menos de cuatro meses, hemos pasado de menos del 6 % al 60% de los adultos en Estados Unidos con al menos una inyección. Estamos viendo los resultados en vivo, y vemos los resultados en la vida de las personas y en sus medios de vida”, dijo Biden en un discurso el 18 de mayo.

A diferencia de sus otras metas, esta no se alcanzó. El 23 de junio, el principal asesor de COVID-19 de la Casa Blanca, Jeffrrey Siente, admitió que el objetivo de vacunar a siete de cada 10 adultos estadounidenses no se alcanzaría.

"Muchos estadounidenses más jóvenes han sentido que el Covid-19 no es algo que los afecte y han estado menos ansiosos por recibir la vacuna”, señaló en un momento en el que las personas entre 18 y 26 años eran el grupo que menos se estaba vacunando.

El Centro de Control de Enfermedades (CDC) publicó el 21 de junio una encuesta en la que 23.2 de los ciudadanos entre 18 y 39 años dijo que probablemente no se vacunaría o no estaba seguro, mientras que el 24.9% contesto que posiblemente no se vacunaría o no lo haría en absoluto.

En diciembre, los CDC indicaron que la tasa de muertes relacionadas con el coronavirus es 14 veces superior para los no vacunados en comparación con los que recibieron las dosis.

A pesar de meses de insistencia y del fácil acceso a vacunas gratuitas, solo el 62% del país está completamente vacunado y menos del 33% ha recibido la dosis de refuerzo.

En septiembre, Biden intentó presionar a más personas a vacunarse con un mandato presidencial que pedía que todas las empresas privadas de más de 100 empleados exigieran una prueba de vacuna o una prueba negativa de Covid-19 a todos sus empleados.

Los empleados no vacunados tendrían que presentar pruebas negativas semanales y usar mascarillas en el trabajo. La Administración de Salud y Seguridad Ocupacional (OSHA), una agencia federal, dio a las empresas hasta el 9 de febrero para cumplir con las reglas o atenerse a multas.

Este mandato fue llevado a los tribunales y finalmente, el 13 de enero de 2022, la Corte Suprema de Estados Unidos bloqueó esta medida.

Pero los seis jueces conservadores de la Corte Suprema dictaminaron que el mandato representaría una “invasión significativa en la vida y la salud de una gran cantidad de empleados".

"Aunque el Congreso indiscutiblemente le ha dado a OSHA el poder de regular los riesgos laborales, no le ha dado a esa agencia el poder de regular la salud pública de manera más amplia", dijeron.

"Exigir la vacunación de 84 millones de estadounidenses, seleccionados simplemente porque trabajan para empresas con más de 100 empleados, ciertamente cae en la última categoría", agregaron.

Biden se declaró "decepcionado" por la decisión de la corte.

Estoy decepcionado de que la Corte Suprema haya decidido bloquear unos requisitos de sentido común (...) para los empleados de grandes empresas, que se basaban lisa y llanamente tanto en la ciencia como en la ley", dijo el presidente demócrata en un comunicado.

El cubrebocas: una indicación confusa

Desde su campaña hacia la Casa Blanca, Biden defendió el uso del cubrebocas como una de las principales medidas para detener la pandemia de Covid-19, algo que incluso le valió burlas de su rival, el ex presidente republicano Donald Trump.

Aunque la importancia del cubrebocas siempre fue clara, no lo ha sido las indicaciones para su uso correcto, que han cambiado conforme los casos de Covid-19 fluctúan en el país. A mediados mayo, los CDC dijeron que las personas totalmente vacunadas para el coronavirus estaba exentas del uso de mascarilla la mayor parte del tiempo, incluso en interiores.

Dos meses y medio después, en un momento en el que los contagios volvían a crecer en varios estados, los CDC dieron marcha a tres e indicaron que las personas vacunadas en zonas de alto riesgo debían usar mascarilla, incluidos en eventos masivos que se celebren a la intemperie.

La jefa de los CDC, Rochelle Walesky dijo en una conferencia de prensa telefónica que los datos disponibles hasta entonces mostraban que, si bien las vacunas eran efectivas contra la variante Delta —dominante en esos momentos—, en los inusuales casos en que había contagios entre personas inmunizadas se registra un mayor riesgo de transmisión.

Por esto, "en áreas donde hay transmisión sustancial y alta, los CDC recomiendan que las personas completamente vacunadas usen máscaras en lugares públicos cerrados”, dijo.

En julio, gran parte del sur de Estados Unidos experimenta una transmisión alta, mientras que zonas con altas tasas de vacunación del noreste del país exhiben una transmisión comunitaria moderada.

Estos mensajes contradictorios se repitieron en una de las conferencias de prensa semanales de la Casa Blanca sobre el Covid-19 en enero, cuando el equipo del presidente no supo aclarar qué tipo de mascarilla hay que usar frente a la variante Ómicron, la dominante en estos momentos.

El 12 de enero, la directora de los CDC negó que su organismo estuviera estudiando recomendar a los estadounidenses el uso de un cubrebocas de "mayor calidad" y sentenció que "cualquier mascarilla es mejor que ninguna”.

Pero en la misma comparecencia, Jeff Zients, coordinador del equipo de respuesta del gobierno a la pandemia, afirmó que la Casa Blanca "está considerando seriamente" facilitar el acceso a mascarillas de mayor protección, como las KN95 o N95, que las de tela.

"Seguiremos los consejos de la ciencia, y los CDC lideran en este asunto (...), pero es un tema que estamos explorando activamente", aseguró Zients.

Walensky acabó admitiendo que los CDC actualizarán su página web para ayudar a los estadounidenses a elegir mascarilla y a usarla correctamente.

El gobierno de Estados Unidos anunció este miércoles que pondrá a disposición del público 400 millones de mascarillas N95 no quirúrgicas de su reserva nacional estratégica a partir de la próxima semana, dijo un funcionario de la Casa Blanca.

Las mascarillas N95, llamadas así porque filtran al menos el 95% de las partículas del aire, se enviarán a las farmacias y a los centros de salud comunitarios esta semana, según el funcionario, y estarán disponibles para su recogida a finales de la próxima semana.

El gobierno estadounidense está aprovechando el "programa federal de farmacias minoristas", que usó para las vacunas, dijo la Casa Blanca, así como las clínicas de salud financiadas por el gobierno federal que atienden a grupos minoritarios muy afectados por las infecciones y muertes por Covid.

La cadena minorista CVS, que cuenta con casi 10,000 farmacias en Estados Unidos y Walgreens, que tiene más de 9,000 tiendas, planean distribuir mascarillas gratuitas, dijeron portavoces de las empresas.

Las máscaras de varias capas, como las N95, que forman un sello alrededor de la nariz y la boca, se consideran especialmente eficaces para prevenir la propagación del virus.

Las pruebas, el error que hasta Biden admite

Las últimas críticas de la gestión de Biden se deben a la escasez de kits de pruebas rápidas, con farmacias sin existencias y centros de detección administrados por el gobierno asediados por largas filas de personas preocupadas.

Aunque Biden anunció la compra y envío de 500 millones de kits de pruebas caseros, reconoció que “claramente esto no es suficiente”.

Howard Forman, profesor de la Escuela de Salud Pública de Yale, declaró a la AFP que las categorías de alto riesgo deberían hacerse pruebas de detección con mucha frecuencia porque los medicamentos pueden prevenir las formas graves de la enfermedad si se detecta a tiempo.

En "cualquiera de esos grupos de alto riesgo, haría la prueba lo antes posible", afirma.

Este miércoles, el presidente estadounidense reconoció que su gobierno debió hacer más tests para detectar el Covid-19 hace meses y que eso ha contribuido a la "fatiga" pandémica, sobre todo tras la llegada de la variante ómicron, que describió como un "nuevo enemigo”.

"Aunque hemos hecho muchos avances, sé que hay mucha frustración y fatiga", dijo Biden en una rueda de prensa con motivo del primer aniversario de su llegada al poder, que se cumple el jueves.

"¿Debimos haber hecho más tests antes? Sí. Pero estamos haciendo más ahora. Hemos pasado de cero tests (de antígenos) para hacer en casa hace un año a 375 millones de tests en el mercado solo este mes", agregó.

El mandatario reconoció que la llegada de la variante ómicron en un momento en el que parecía que la pandemia estaba remitiendo "ha sido demasiado" difícil de soportar para muchos estadounidenses, pero subrayó que ese fenómeno no debe causar "pánico".

"(La lucha contra la pandemia) es un trabajo que aún no ha terminado. Iremos a mejor. Estamos avanzando hacia un momento en el que Covid-19 no perturbará nuestras vidas diarias, en que el Covid-19 no será una crisis", prometió.

Confió en que las vacunas y las tests sigan permitiendo "salvar vidas" y "mantener abiertos los negocios y las escuelas”.

Con información de EFE