El país mantiene un enfoque de "limpieza dinámica" que pretende cortar la transmisión lo antes posible, utilizando medidas estrictas como confinamientos cortos y selectivos, así como esquemas de pruebas rápidas donde se encuentren casos.
Pero la variante ómicron está poniendo en apuros esta estrategia. El país más poblado del mundo ha pasado de notificar menos de cien casos diarios hace tres semanas, a un mínimo de más de 1,000 casos diarios durante la última semana.
Jilin, fronteriza con Corea del Norte y Rusia, representa más de dos tercios de los contagios nacionales de la última oleada.
Más del 95% de las casi 30,000 personas hospitalizadas por COVID en China tienen síntomas leves o no los tienen, dijo Jiao.
Las últimas muertes elevaron el número acumulado de China a 4,638 decesos. El gigante asiático informó de 2,228 nuevos casos confirmados de coronavirus para el viernes, por debajo de los 2,416 del día anterior.
Son incidencias muy bajas en comparación a otros países, pero nada desdeñables en China, cuyo liderazgo comunista ha convertido la gestión. En las últimas semanas, algunas fuentes oficiales han sugerido que China tendrá que empezar a convivir con el COVID-19 en algún momento, como han hecho la mayoría de países del mundo.
El presidente Xi Jinping dijo el jueves que el país debía persistir en su estrategia de "covid cero" para "frenar la propagación de la epidemia lo más rápidamente posible", pero también llamó a "minimizar el impacto de la epidemia en el desarrollo económico y social".
Con información de Reuters y AFP