Cuando el virus se acerca a una célula, comienza a crear una serie de enlaces que le permiten agarrarse a ella, mientras busca un modo de alcanzar el receptor ACE2.
"El virus no golpea inmediatamente el receptor ACE2, tiene que explorar primero la superficie de nuestras células para encontrar la cerradura", explicó el investigador David Alsteens en declaraciones al periódico belga Le Soir.
Sin embargo, gracias a una serie de azúcares 9-O-acetilados, los científicos han conseguido agregar un segundo candado que impide al virus acceder a la cerradura que le da paso al ansiado receptor ACE2 y que, por tanto, impide la infección.
Sin posibilidades de infectar la célula, el virus muere, como máximo, en un periodo de varias horas, sin haber podido infectar ninguna célula ni reproducirse dentro del cuerpo humano, lo que haría de este fármaco un sistema mucho más efectivo que las vacunas, que previenen los casos más graves, pero no impiden la infección.
Este descubrimiento abre la puerta a la creación de nuevos antivirales que faciliten la erradicación completa del virus, aunque por el momento su aplicación se empezará a estudiar en ratones y, en función de los resultados, se testará en seres humanos, por lo que aún necesita tiempo.
Alsteens, que se mostró muy satisfecho por las perspectivas de futuro del descubrimiento, apuntó en declaraciones al mencionado diario que este hallazgo podría ser especialmente importante “para proteger contra todas las variantes futuras y encontrar aplicaciones con otros tipos de virus”.