"Una injusticia"
Cerca de una puerta del penal está sentada Ernestina, de 67 años. Sus ojos verdes se empañan cuando recuerda a su hijo, cuyo nombre prefiere no revelar para evitar represalias. Fue detenido por policías a finales de abril pasado.
"A él lo sacaron de la casa sin ninguna explicación, les rogué a los policías que no le hicieran nada y aún así se lo llevaron", cuenta. "Tengo la esperanza y fe que lo dejen en libertad, él no es de esos grupos (pandillas)", sostiene.
Para algunos de los que llegan a la prisión, las detenciones son una "injusticia" cometida por el gobierno.
"Para mí el presidente ha hecho una injusticia (...), trayendo muchachos que nada tienen que ver con los otros [los pandilleros]", consideró Elizabeth Hernández, de 54 años, quien dice que su hijo, allí adentro, es "inocente".
Como una demostración de certeza en las operaciones de captura, el presidente Bukele suele publicar en Twitter imágenes de los detenidos, casi todos con tatuajes en el cuerpo que los identifican como miembros de pandillas.
"Mucho han jodido [molestado] a la gente, los que son pandilleros que se pudran en la cárcel", dice por su parte un soldado del cordón de seguridad alrededor del penal, mientras muestra la gran cicatriz dejada por un corte en su garganta que, según dice, le hicieron los pandilleros hace un tiempo.