Los ingleses establecieron un total de 13 colonias británicas en América del Norte: Massachusetts, Nuevo Hampshire, Rhode Island, Connecticut, Nueva York, Pennsylvania, Nueva Jersey, Delaware, Maryland, Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia.
Estas colonias estaban bajo el dominio de gobiernos que, en realidad, se encontraban a miles de kilómetros de distancia. En este caso, el control de Inglaterra sobre sus colonias empezó a crear ciertas diferencias entre ingleses y americanos, quienes no gozaban de representación en el Parlamento británico y apenas podían tomar decisiones. Sin embargo, el detonante de la rebelión fueron los impuestos.
El gobierno británico aumentó los impuestos a mercancías debido a que quedó en bancarrota tras sostener una guerra contra Francia llamada Guerra de los Siete Años (1756-1763).
Una de las principales protestas ante el aumento al azúcar, y el té, entre otros productos, provocó un gran malestar entre los habitantes de las colonias, que no tenían ninguna posibilidad a nivel político de impedir esta resolución.
Entre estas movilizaciones, una de las más reconocidas fue el motín del té, que ocurrió en Boston el 16 de diciembre de 1773. Ese día, los colonos americanos tiraron grandes cantidades de té británico al agua a modo de protesta contra los impuestos.