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¿Viviremos en un mundo sin vino? Esto está haciendo Chile para evitarlo

Las vinícolas chilenas llevan años adaptando sus sistemas para enfrentar la sequía que el país sudamericano vive desde hace más de una década, ahora miran cómo mitigar y adaptarse al cambio climático.
mar 02 agosto 2022 05:04 AM
Hombre con una computadora en la mano en medio de un viñedo.
Las empresas vinícolas de Chile se han visto obligadas a adaptar sus sistemas de riego con el uso de tecnología y hacer cambios en los viñedos para adaptarse a la sequía.

Chile puede presumir de ser el mayor productor de cobre y uno de los mayores exportadores de litio. Además de su riqueza mineral, este país sudamericano también se encuentra entre los productores de vino más grandes y más prestigiosos del mundo.

Durante 2021, Chile produjo 1,343 millones de litros de vino, 29.9% más que el año pasado, de acuerdo con el Informe Final de Producción de Vino 2021 del Ministerio de Agricultura chileno, con lo que se coloca como el sexto productor más grande de la bebida.

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La gran mayoría de esta producción, más de 1,000 millones de litros de vino, cuenta con denominación de origen.

Al igual que otros cultivos clave para la humanidad, como el café o el té, los viñedos del mundo están siendo afectados por el cambio climático. Así es cómo está golpeando a Chile y la manera en la que las viñas están respondiendo para seguir contando con vino en el futuro.

Golpeados por la sequía

La zona mediterránea en Chile, la más apta para la producción vinícola, se ubica entre el sur del río Choapa y el norte del río Biobío, con una marcada estacionalidad de inviernos fríos y lluviosos, y veranos cálidos y secos, lo que ha generado las condiciones ideales para la existencia de una gran diversidad de especies de fauna y flora, casi un cuarto endémica.

Sin embargo, esta zona enfrenta desde hace más de una década un fenómeno de sequía extrema que golpea a la producción de vino. Las regiones del centro de Chile —Metropolitana, Libertador Bernardo O’Higgins y Maule—, que concentran la mayor parte de la producción vinícola, son de las más afectadas por este fenómeno.

En todo Chile se registraron menos precipitaciones de lo normal durante 2021, con una cifra que fluctúa entre 40 y 70% de déficit. Con 13 años, se trata de la sequía más prolongada y más cálida que el país haya vivido desde por lo menos 1900.

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Se trata de un factor estructural con el que los viticultores chilenos están aprendiendo a convivir. Esto ha obligado a las compañías vinícolas más importantes y a las pequeñas viñas a adaptarse y desarrollar nuevos métodos de riego más eficiente que permitan sacarle provecho a, literalmente, cada gota de agua.

“Nosotros tenemos una capacidad tecnológica, sobre todo en nuestros fondos agrícolas, instalada de riego tecnificado, riego por goteo, que nos permite ser muy eficientes en el uso del agua y poder abordar los desafíos de las sequía de muy buena manera”, dijo Álvaro Gónzalez, director del Centro de Investigación e Innovación de la Viña Concha y Toro, en entrevista con Expansión.

Valentina Lira, gerente de sustentabilidad de la compañía, señala que las iniciativas de riego más sostenible iniciaron en la compañía desde la década de 1990.

“En esa época comenzamos a cambiar hacía riego verificado y riego por goteo. Hoy en día, 100% de los viñedos de la compañía se riega por un sistema que lleva gota a gota el agua que necesita la planta”, señala a Expansión.

Esta viña cuenta con un programa de Investigación y Desarrollo para tratar de hacer más eficiente el uso del agua, por lo que han trabajado con microestaciones meteorológicas para crear coeficientes de cultivo para sus sistemas de producción.

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A través de una plataforma digital, se entrega a los administradores de los fondos agrícolas información semana a semana sobre la cantidad de agua que los viñedos pierden.

Este se trata solo de un programa piloto que comenzó a aplicarse hace tres años, pero en los cultivos en los que se ha implementado ha permitido ahorros de agua de casi un 18%. Lira señala que la compañía apunta hacia el desperdicio cero de agua en toda la cadena de producción, que incluye el cultivo, la enología, en envasado y el transporte.

También indica que hay transferencias de estas prácticas, a través de agrónomos, para los pequeños productores de uva que son proveedores de la viña. “Es una estrategia a largo plazo”, reconoce Lira, pues “son cosas que requieren tiempo para adaptarse”.

Otra práctica que los viñedos están implementando para sobrevivir la sequía es arrancar todos los cultivos exóticos invasores —como el eucapilto— que estén dentro o fuera del predio, ya que como no están adaptadas a la zona central de Chile, requieren más agua que las especies nativas.

“Eliminamos eucaliptus de los cerros y levantamos más de 2 hectáreas de chépica para dar espacio a nuevas áreas de viñedo como también a jardines de especies nativas, de bajo requerimiento hídrico”, dijo Sebastián Ruiz, enólogo jefe de Viña Tarapacá al diario chileno El Mercurio.

No obstante Chile cuenta con una ventaja climática: la corriente de Humboldt. Esta permite que las temperaturas se mantengan estables en comparación con otras regiones vitinícolas del mundo. Esto permite que puedan mantener el cultivo de las cepas tradicionales, como la Carmernere, que aunque es de origen francés, se siembra casi exclusivamente en este país sudamericano.

“En Chile, a diferencia de otras regiones vitivinícolas, por ejemplo, no hemos entrado en programas de cambio de cepa. En Burdeos (Francia), ellos están experimentando con la prueba de otras cepas para enfrentar el problema que tienen por el cambio climático”, explicó Gonzalez.

Lira admite que, aunque en menor medida con otras regiones, la zona vinícola Chile también sufre y sufrirá los efectos del cambio climático, por lo que también hay una labor de investigación para hacer plantas más resistentes. "Nuestra estrategia climática se enfoca en la mitigación, pero también en la adaptación".

Cambios empujados por los consumidores

La gerente de sustentabilidad señala que toda la cadena de valor, no solo la producción del vino, deben apuntar a prácticas más amigables con el medio ambiente.

Por ejemplo, los viñedos normalmente son vecinos de zonas de enorme biodiversidad, por lo que las compañías tienen un área que protege este aspecto. En el caso de Concha y Toro, la empresa tiene 4,200 hectáreas de bosque nativo protegido que acompaña a los viñedos para aumentar su resiliencia y regular sus ciclos hídricos, según indica Lira.

Esta empresa es una de las viñas socias del Programa Vino, Cambio Climático y Biodiversidad del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y la Universidad Austral de Chile, un proyecto en el que especialistas en ciencias ecológicas y productores de vino colaboran para proteger la biodiversidad de la zona mediterránea de Chile.

Para Lira, sin embargo, los grandes cambios que sufrirá la industria del vino durante los próximos años no estarán empujados solo por la necesidad de adaptación al cambio climático, sino por los propios consumidores del vino.

“Eso puede hacer que la industria reciba nuevos requerimientos en sustentabilidad, por ejemplo, vinos con bajo consumo de agua, vinos con bajos niveles de emisión o cero emisión asociada. También veremos cambios en los formatos del packaging, los tipos de botella”, explica Lira.

La directiva señala que solo el packaging es la mayor fuente de emisiones de CO2 en la cadena de producción del vino.

Aunque los cambios en el consumo de vino se observan principalmente en mercados como el europeo o el estadounidense, Lira cree que es cuestión de tiempo para que lleguen a América Latina.

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