La investigación, denominada "Crossfire Hurricane", ensombreció la primera parte del mandato del presidente republicano sin que salieran a la luz pruebas sólidas de colusión, y fue denunciada repetidamente por Trump como una "cacería de brujas" montada por sus opositores.
Poco antes de terminar su mandato, la administración Trump encomendó a Durham la misión de investigar los orígenes del caso. Tras tres años de investigaciones, entregó un informe de más de 300 páginas con sus conclusiones.
"La rapidez y la forma como el FBI" decidió investigar a Trump "contrasta con el abordaje que le dio anteriormente al caso de una posible injerencia extranjera en la campaña" de la candidata demócrata Hillary Clinton, apuntó Durham.
Según él, "el FBI y el Departamento de Justicia deben reconocer la falta de rigor analítico, sesgos a la hora de confirmar y exceso de confianza hacia fuentes vinculadas a opositores políticos", lo que habría derivado en que los investigadores no pudieran considerar "hipótesis alternativas" ni actuar con "adecuada objetividad".
En todo caso, el fiscal especial no hizo recomendaciones de enjuiciamiento o de reformas específicas.
"La solución no es crear nuevas reglas, sino refrendar la lealtad por las anteriores", argumentó.
Trump, que busca un segundo mandato presidencial en 2024, elogió el informe. "¡WOW! Tras una extensa investigación, el fiscal especial John Durham concluyó que el FBI nunca debió iniciar la investigación Trump-Rusia", escribió en su red Truth Social.
"En otras palabras, el público estadounidense fue estafado, tal y como está siendo estafado en este momento por quienes no quieren ver GRANDEZA para ESTADOS UNIDOS", añadió, en aparente referencia a las múltiples investigaciones penales que cursan en su contra.