En ese sentido, detalló lo ocurrido en la ciudad de Ayacucho (sur), donde murieron diez manifestantes, ocho de ellos durante el intento de toma del aeropuerto local el 15 de diciembre.
"Al tratarse de múltiples privaciones del derecho a la vida, dadas las circunstancias de modo, tiempo y lugar, (las muertes) podrían calificarse como una masacre", señaló la Comisión.
Según la CIDH, "al ser perpetradas por agentes del Estado, las muertes podrían constituir ejecuciones extrajudiciales".
Las víctimas recibieron "impactos de armas de fuego, incluyendo perdigones, en la parte superior del cuerpo".
El ejército y la policía del Perú son responsables de muertes que podrían constituir ejecuciones extrajudiciales o arbitrarias, así como de otros abusos brutales contra manifestantes y transeúntes durante protestas entre diciembre de 2022 y febrero de 2023, señaló también la organización Human Rights Watch (HRW), de acuerdo con un informe de 117 páginas, publicado el 26 de abril.
“Durante semanas, mientras las fuerzas de seguridad mataban a manifestantes y transeúntes, el gobierno de Boluarte parece haber mirado hacia otro lado”, señaló César Muñoz, director asociado de la División de las Américas de Human Rights Watch. “Hubo graves actos de violencia por parte de manifestantes, que deben ser investigados, pero eso no justifica la respuesta brutal, indiscriminada y desproporcionada de las fuerzas de seguridad”.
Con información de AFP y EFE