En otro punto, los restos de un asaltante, cortado en dos, yace junto a unos refugios antiaéreos donde los habitantes se habían refugiado. Algunos tienen señales de haber sufrido explosiones a la altura de las ventanas.
"Los terroristas lanzaron granadas dentro. Nadie sobrevivió", suspira Itai Veruv.
Entre los restos, un patinete pulverizado, un pequeño casco rosa dejado sobre una mesa, una lavadora en parte reventada, un camión incendiado. La violencia es impactante en un lugar habitado por civiles.
Según el general Veruv, "70 terroristas armados y entrenados" atacaron Kfar Aza el sábado hacia las seis y media de la mañana, con la intención de causar "una masacre”.
Debido a la corta distancia desde Gaza, los atacantes llegaron rápido al kibutz, que las fuerzas israelíes no lograron liberar completamente hasta la madrugada del martes. Un soldado gritó: "Dile al mundo lo que has visto aquí".
Varios militares israelíes consultados por la agencia AFP hablan de más de 100 muertos civiles, e incluso 150 en esta cooperativa agrícola.
Los soldados seguían asegurando los caminos del kibutz mientras se oían ráfagas de disparos y explosiones a lo lejos. Se oían aviones y se veía humo saliendo de Gaza. Las sirenas advertían de la llegada de cohetes interceptados en el cielo.
Un portavoz militar declaró que el número de víctimas mortales de los ataques de Hamás había ascendido a 900 personas, en su mayoría civiles abatidos a tiros en sus casas, en la calle o en una fiesta, lo que empequeñece la escala de cualquier ataque anterior de los islamistas, aparte del 11-S.
Decenas de israelíes fueron llevados a Gaza como rehenes, y algunos desfilaron por las calles. Desde entonces, al menos 770 gazatíes han muerto en ataques israelíes, según funcionarios de Gaza, mientras que distritos enteros de Gaza han sido arrasados.