La carne de perro ha formado parte durante mucho tiempo de la cocina surcoreana. Se estima que el consumo llegó hasta el millón de canes anuales, pero se redujo drásticamente recientemente en paralelo a la creciente adopción de estos animales como mascotas.
Actualmente, consumir carne de perro es tabú entre la juventud urbana de Corea del Sur y los activistas de derechos de los animales habían aumentado su presión para que el gobierno prohibiera esta práctica.
El respaldo de la administración se fortaleció con el presidente Yoon, amante de los animales que ha adoptado numerosos perros y gatos callejeros con la primera dama Kim Keon Hee, crítica abierta del consumo de carne canina.
"La mayoría de ciudadanos coreanos rechazan comer perros y quieren ver este sufrimiento restringido a los libros de historia y hoy nuestros políticos han actuado decisivamente para hacer esto realidad", expresó JungAh Chae, directora ejecutiva de Humane Society International/Korea en un comunicado.
En una encuesta publicada el lunes por una organización para el bienestar animal, nueve de cada diez personas en Corea del Sur decían que no iban a comer carne de perro en el futuro.
Los intentos previos para prohibir el comercio de carne de perro se toparon con la oposición de los granjeros que criaban a estos animales para su consumo.
La nueva ley contempla compensaciones a estos negocios para que puedan dedicarse a otra actividad.
Multas
La cría y la matanza de perros, así como la venta de su carne para el consumo, estará castigado con hasta tres años de cárcel o multas de hasta 30 millones de wones (23,000 dólares).
Arededor de 1,100 granjas crían a cientos de miles de perros anualmente que luego son servidos en restaurantes del país, según los datos del gobierno.
La carne se considera una exquisitez de verano en Corea del Sur porque se cree que su carne roja y grasienta aumenta la energía y ayuda a soportar el calor.