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¿Qué significaría para China el regreso de Trump o una presidencia de Harris?

Demócratas y republicanos parecen estar de acuerdo en que el país asiático es el principal riesgo a la hegemonía estadounidense; sin embargo, pueden diferir en la manera de abordarlo.
jue 15 agosto 2024 08:15 AM
Su combinación de imágenes de archivo creadas el 3 de agosto de 2024 muestra al vicepresidente de los Estados Unidos y al candidato presidencial demócrata de 2024, Kamala Harris, hablando el 26 de marzo de 2024, en Raleigh, Carolina del Norte; y al expresidente de los Estados Unidos y candidato presidencial republicano Donald Trump hablando en el primer debate presidencial con el presidente de EE. UU. Joe Biden en Atlanta, Georgia, el 27 de junio de 2024.
De acuerdo con una una encuesta del Pew Research Institute publicada a finales de abril, China es una de las principales preocupaciones de política exterior para aproximadamente la mitad de los estadounidenses.

Hay pocos temas en los que los demócratas y los republicanos estadounidenses estén de acuerdo, uno de ellos es la amenaza que significa China a la hegemonía de Washington como la principal potencia internacional.

De acuerdo con una una encuesta del Pew Research Institute publicada a finales de abril, China es una de las principales preocupaciones de política exterior para aproximadamente la mitad de los estadounidenses. Una encuesta publicada por Gallup el mes anterior mostró que más del 40% ve a China como el enemigo número uno de Estados Unidos.

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“Esta idea de que Estados Unidos está compitiendo contra China por la hegemonía mundial es una de las pocas cosas que gozan de mucho apoyo bipartidista en Washington”, indica Juan Carlos Baker, profesor de la Escuela de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana.

El académico pone por ejemplo la guerra comercial entre los dos países. El republicano Donald Trump —que busca volver a la presidencia en noviembre— fue quien inició el conflicto en 2018, con la implementación de aranceles a las importaciones provenientes del país asiático. Su sucesor, Joe Biden, no solo no retiró las restricciones, sino que endureció algunas.

China y Estados Unidos tienen varios temas que los enfrentan, que van desde el comercio internacional hasta la situación de Taiwán, pasando por el control nuclear y el tráfico de fentanilo.

Pero la manera en la que los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos —Trump, por el lado republicano, y la vicepresidenta Kamala Harris, del lado demócrata— podrían abordar estos asuntos es lo que puede diferir.

Un segundo episodio de la guerra comercial de Trump contra China

Donald Trump lanzó una dura política contra China durante su primer presidencia, entre 2017 y 2021. La medida más importante que emprendió contra el avance chino fue una guerra comercial.

En 2018, el entonces presidente impuso aranceles de hasta el 25% a importaciones procedentes de China con valor de 350,000 millones de dólares —65% del total del 2018— incluyendo a paneles solares, lavadoras, acero y aluminio. China respondió con sus propios aranceles a las importaciones estadounidenses.

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El US-China Business Council encontró que casi 250,000 empleos estadounidenses se perdieron como resultado de la política.

Sin embargo, China fue más afectada por la guerra comercial.

Estudios publicados por universidades en China y la Universidad de Stanford, citados por The Wall Street Journal, indican que la primera ronda de aranceles de Trump no sólo afectó las exportaciones, sino que también redujo las ganancias corporativas, perjudicó la confianza de las empresas y los consumidores y estranguló la inversión y la contratación.

China logró recuperarse y aún goza de un superávit comercial de 100,000 millones de dólares,

En un segundo mandato, Trump ya ha prometido medidas mucho más duras contra el comercio chino.

En caso de regresar a la Casa Blanca, se espera que la guerra comercial se haga mucho más complicada. El expresidente ha prometido que elevaría los aranceles sobre las importaciones chinas al 60% o más si gana las elecciones presidenciales de este año.

Trump "pondrá su codo en la economía china a medida que se desinfla. Están más vulnerables”, dijo Matthew Gertken, estratega geopolítico titular en BCA Research a The Wall Street Journal.

UBS estima que los aranceles del 60% sobre las importaciones estadounidenses de productos chinos frenarían el crecimiento del PIB en aproximadamente 2.5 puntos porcentuales en los 12 meses posteriores a su imposición, aunque el lastre podría ser de solo 1.5 puntos porcentuales si China toma medidas compensatorias.

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Taiwán, un tema espinoso para Trump

La autonomía de Taiwán es uno de los asuntos más complicados de la relación entre China y Estados Unidos.

Washington mantiene desde hace tiempo lo que denomina una "ambigüedad estratégica" en el tema de Taiwán, pero el presidente demócrata Joe Biden ha dejado claro que si fuera necesario intervendría para defender a la isla de 23 millones de habitantes. China considera que tiene autonomía sobre este territorio, gobernado por un régimen rival desde 1949.

Sin embargo, Donald Trump ha puesto en duda la ayuda que Washington podría brindar a Taipei en caso de regresar al Despacho Oval.

Cuando le preguntaron a Trump en julio qué haría en caso de ataque, el exmagnate rehuyó el tema pero llamó a Taipéi a pasar por caja, fiel a su visión mercantilista de la política exterior.

"Conozco muy bien a esa gente, los respeto mucho. Se llevaron casi el 100% de nuestro negocio de chips. Y creo que Taiwán debería pagarnos por su defensa", declaró en una entrevista con Bloomberg Businessweek publicada el 16 de julio.

"No somos diferentes de una compañía de seguros. Taiwán no nos da nada", añadió.

Taiwán fabrica la mayoría de los semiconductores que necesita la economía mundial.

El primer ministro taiwanés, Cho Jung-tai, reaccionó diciendo que Taipéi ha aumentado su presupuesto de defensa en los últimos años.

"Muchas de las personas que asesoraron al anterior presidente durante su (primer) mandato y que probablemente estén asesorando su campaña de reelección creen que el principal objetivo geopolítico de Estados Unidos es disuadir a China de invadir Taiwán", observó Ali Wyne, investigador del International Crisis Group, en una entrevista con AFP.

"Sin embargo, los recientes comentarios de Donald Trump subrayan su enfoque transaccional de la política exterior y corren el riesgo de enfadar a Taipéi, cada vez más preocupado por el equilibrio de poder militar en el estrecho de Taiwán y la intensificación de la competencia estratégica entre Washington y Beijing", añadió.

Aunque Washington reconoce a Beijing, en detrimento de Taipéi, como potencia legítima desde 1979, Estados Unidos sigue siendo el socio más poderoso de la isla y su principal proveedor de armas.

En un giro en su política, Estados Unidos decidió por primera vez este año proporcionar asistencia militar directa a Taiwán, mientras que hasta ahora se había limitado a vender armas.

Una ley aprobada este año prevé destinar 8,000 millones de dólares para invertir en submarinos y acudir en ayuda de Taiwán.

Con el objetivo declarado de disuadir a China de cualquier ambición expansionista, una ley aprobada por el Congreso estadounidense obliga a suministrar armas defensivas a Taiwán.

Harris: continuidad del gobierno de Joe Biden

Cuando Joe Biden llegó al poder, en enero de 2021, se esperaba que se deshiciera de varias de las medidas de Trump contra China, sin embargo el democrata no retrocedió y, al contrario, aumentó varios de los aranceles impuestos durante la administración de Trump.

El comercio con la segunda economía más grande del mundo ha seguido siendo el foco de la administración Biden, con la secretaria del Tesoro Janet Yellen y otros atacando a Beijing por supuestamente inundar los mercados extranjeros con vehículos eléctricos y otros bienes para compensar la baja confianza del consumidor entre los chinos.

"A los chinos no les gustan las políticas de Biden hacia China, pero ya se han imaginado cómo creen que serán los próximos cuatro años”, dijo Michele Geraci, profesor de Finanzas en el campus de la Universidad de Nueva York (NYU) en Shanghái, a la DW en enero.

Kamala Harris ha sido un amplificador confiable de los mensajes de la administración Biden sobre China, posiciones que se alinean ampliamente con las que tenía antes de convertirse en vicepresidenta.

Como senadora, criticó el enfoque de Trump hacia Beijing, diciéndole al entonces vicepresidente Mike Pence durante el debate de la vicepresidencia en 2020 que Trump "perdió esa guerra comercial" y que sus aranceles perjudican a la economía estadounidense sin reequilibrar la relación entre Estados Unidos y China.

Pero al igual que otros funcionarios de la administración, Harris ha abogado por la "reducción de riesgos" de Beijing, una política que fomenta la reducción de la medida en que las economías occidentales dependen de China.

"No se trata de retirarse, sino de asegurarnos de que estamos protegiendo los intereses estadounidenses, y de que somos un líder en términos de las reglas de la carretera, en lugar de seguir las reglas de los demás", dijo Harris en una entrevista con CBS en 2023.

La vicepresidenta ha señalado que una administración Harris probablemente continuaría con el apoyo no oficial a la isla autónoma, especialmente a raíz de las crecientes amenazas militares chinas. En septiembre de 2022, dijo que "continuaremos apoyando la autodefensa de Taiwán, de acuerdo con nuestra política de larga data”.

Desde que se convirtió en vicepresidente, Harris ha hablado tanto con el líder chino Xi Jinping como con el presidente de Taiwán, Lai Ching-te.

Harris se reunió brevemente con Xi al margen del Retiro de Líderes de la APEC en 2022, donde lo instó a "mantener líneas de comunicación abiertas para gestionar de manera responsable la competencia entre nuestros países", dijo en una publicación de X.

Harris se reunió con Lai en la toma de posesión de la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, ese mismo año antes de la exitosa candidatura de Lai para la presidencia de Taiwán en enero.

Con información de AFP

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