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Los habitantes de Líbano y de Israel temen que el conflicto se prolongue

Después del intercambio de misiles entre la milicia chií Hezbolá y el ejército israelí, los residentes de las zonas fronterizas sienten solo un alivio parcial, tres 10 meses de tensiones.
lun 26 agosto 2024 03:16 PM
Un hombre monta un ciclomotor en una rotonda decorada con una foto del imán Musa al-Sadr, el fundador del Movimiento Amal chiíta que desapareció después de viajar a Libia en 1978, y la bandera del Movimiento Amal, en Tiro, al sur del Líbano, el 26 de agosto de 2024 (Foto principal del artículo 'Un 'apocalipsis': habitantes de Líbano y de Israel temen que el conflicto se prolongue')
La intensidad de los combates entre Hezbolá e Israel ha aumentado de forma constante, desplazando a decenas de miles de personas a ambos lados de la frontera entre Líbano e Israel.

Los residentes del sur de Líbano y del norte de Israel sienten solo un alivio parcial tras el final de uno de los mayores intercambios de misiles entre el grupo islamista chií Hezbolá y el ejército israelí, desgastados después de una tensión de 10 meses, que arrancó junto con el conflicto en la Franja de Gaza.

El domingo por la mañana, Hezbolá lanzó cohetes y aviones no tripulados contra Israel para vengar a un comandante muerto en un ataque israelí el mes pasado. Los aviones israelíes atacaron decenas de objetivos en el sur del Líbano, en lo que los residentes de la zona dijeron que parecía un "apocalipsis".

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Muchos temían que el intercambio de disparos, el más intenso desde que comenzaron las hostilidades entre Hezbolá e Israel en paralelo a la guerra en Gaza, pudiera desencadenar una conflagración regional.

Al final del día, ambas partes parecieron dar señales de que el episodio había terminado, por ahora.

"La gente está aliviada, o un poco aliviada, porque se ha tomado un respiro después de este ataque", dijo Mohamed Ftouni, un comerciante libanés en la ciudad portuaria de Tiro, al sur del país.

"Esperamos que ocurra algo bueno, que haya actividad comercial y que la situación mejore. Nuestra única esperanza es que haya un alto el fuego para que podamos terminar (con la guerra) en Gaza y aquí, para que la gente pueda estar más tranquila”.

Hezbolá ha dicho que no dejará de disparar contra Israel sin un alto el fuego en Gaza. Las conversaciones sobre una tregua aún no han dado como resultado un acuerdo.

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, advirtió que su país no había dicho su "última palabra" con los bombardeos de la víspera.

La intensidad de los combates entre Hezbolá e Israel ha aumentado de forma constante, desplazando a decenas de miles de personas a ambos lados de la frontera entre Líbano e Israel y asestando un golpe a la industria turística del Líbano, que depende en gran medida de la temporada de verano.

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Los temores de una escalada de violencia aumentaron después de que el mes pasado un ataque en los Altos del Golán, ocupados por Israel, matara a 12 jóvenes. El ejército israelí respondió asesinando al máximo comandante militar de Hezbolá, Fuad Shukr, y el grupo prometió vengarlo, lo que generó temor en la región ante la perspectiva de una guerra a gran escala.

Sin embargo, tras el intercambio del domingo, tanto Israel como Hezbolá parecieron reanudar el ritmo anterior de ataques. Hezbolá se atribuyó dos ataques contra puestos militares israelíes hasta el lunes, y un ataque israelí en el sur del Líbano tuvo como objetivo a un funcionario de la facción palestina Hamás. Sobrevivió, dijo una fuente de seguridad.

Ibrahim Hussein, otro comerciante de Tiro, dijo que el Líbano había vuelto a "la misma situación que antes”.

Pero la situación ha sido suficiente para desconcertar a muchos libaneses. El lunes por la tarde, los aviones israelíes rompieron la barrera del sonido sobre Beirut, haciendo temblar los cristales de toda la ciudad.

Talal Sidani, propietario de una tienda artesanal en la capital, dijo que preferiría terminar con una guerra antes que estar constantemente nervioso pensando cuándo podría comenzar.

"¿Guerra? Que haya guerra. Queremos trabajar. No hay trabajo, aquí estamos sentados. Sobre todo nosotros, que tenemos tiendas turísticas y dependemos del turismo. Si no hay turismo, adiós, queridos", dijo a Reuters.

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“Si debe caer un misil, caerá”

Un estruendo despertó de madrugada a Abigail Levy. "Vi las noticias, escuché las alarmas... y entendí que había una escalada" de hostilidades entre el ejército israelí y el Hezbolá libanés, cuenta esta habitante de Haifa, ciudad portuaria del norte de Israel.

Al salir a la calle, sintió un aire de "tristeza" en su ciudad, la tercera de Israel. El ejército acababa de decretar el estado de emergencia en el país tras un ataque a gran escala del movimiento islamista Hezbolá desde el vecino Líbano el domingo.

"No había nadie afuera. Todo estaba cerrado, cuando normalmente hay mucha gente y actividad", comentó.

Al igual que en Líbano, el turismo ha sido golpeado. En estos meses de verano, las playas suelen estar repletas. Pero con la lluvia de drones y cohetes lanzados desde el otro lado de la frontera, a solo 30 kilómetros, el Ministerio de Defensa ordenó el cierre de las playas entre Haifa y Nahariya, la ciudad más norteña del litoral.

Una cinta roja y blanca impide el acceso a la playa de Bat Galim, en Haifa, cuando las temperaturas en la ciudad superan los 30 grados.

Hedva, una estudiante de 32 años que no dio su apellido, no entiende la medida. "Hay refugios en todos los edificios cerca de la playa", sostiene.

Pero el ejército considera que son insuficientes y que, dada la proximidad de Haifa con Líbano, los habitantes deben poder acceder a los refugios anticohetes en menos de un minuto después de escuchar las sirenas.

Hezbolá comenzó a lanzar cohetes contra Israel el 8 de octubre, un día después del ataque sin precedentes del movimiento islamista palestino Hamás en el sur de Israel, que desató la actual guerra en la Franja de Gaza.

La violencia transfronteriza ha dejado centenares de muertos, en su mayoría en Líbano, y forzó el desplazamiento de decenas de miles de personas en ambos países.

En Líbano han muerto 605 personas, en su mayoría combatientes de Hezbolá, pero también al menos 131 civiles, según un balance de AFP.

En Israel y los anexados Altos del Golán, las autoridades afirman que han muerto 23 soldados y 26 civiles.

Haifa alberga una refinería y una gran zona industrial, lo que causa temor entre los residentes de un desastre químico en caso de ataque.

En el verano de 2006, durante la guerra entre Israel y Hezbolá, el movimiento islamista disparó cohetes contra Haifa, y 15 años antes Irak lanzó misiles contra la ciudad durante la Guerra del Golfo

Pese a ello, Jane Paz, de 62 años, dice que no tiene "ni una onza de miedo”.

"Si debe caer un misil, caerá. Los judíos no estamos seguros en ningún lugar, no podemos vivir con miedo constante", comenta la mujer.

Con información de AFP y Reuters

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