Este lunes por la mañana inició el juicio a Dominique P. acusado de drogar a su esposa por casi 10 años y en el que participaron al menos medio centenar de hombres que presuntamente abusaron de ella.
La sumisión química es un delito que se produce cuando se le suministra a una persona una sustancia psicoactiva sin su conocimiento, con el fin de incapacitarla o hacerla inconsciente. Dicho juicio se prolongará hasta el 20 de diciembre del año en curso.
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"La vergüenza debe cambiar de bando", dijo Stéphane Babonneau, uno de los abogados de la víctima, Gisèle P., al rechazar que las audiencias se celebraran a puerta cerrada, como pidieron en vano la fiscalía y parte de la defensa.
La víctima de 72 años, en instancias de divorcio del principal acusado, llegó al tribunal, rodeada de sus abogados y de sus tres hijos para el inicio del juicio en Aviñón, que se prolongará hasta el 20 de diciembre.
Frente a ella, 51 hombres de entre 26 y 74 años, entre ellos su marido Dominique P., quienes se enfrentan a hasta 20 años de cárcel. Dieciocho de ellos se encuentran en prisión preventiva y en el momento de los hechos, algunos tenían entre los 18 y 68 años.
"Se avergüenza de lo que hizo. Es imperdonable", aseguró a la prensa la abogada del marido, Béatrice Zavarro, para quien en este caso existe "una forma de adicción".
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No existe un perfil típico de violador. El violador es un tipo cualquiera
Los acusados tienen variedad de perfiles como: bombero, artesano, enfermero, funcionario de prisiones, periodista, electricista...; solteros, casados, divorciados.
"No existe un perfil típico de violador. El violador es un tipo cualquiera", declaró a AFP antes del juicio Véronique Le Goaziou, investigadora del Laboratoire Méditerranéen de Sociologie, especializada en violencia sexual.
La mayoría fue solo una vez al domicilio del principal acusado en la localidad de Mazan, en el sur de Francia. Diez fueron en varias ocasiones, hasta seis noches en algunos casos. El hombre no les pedía dinero a cambio.
Los acusados no padecen patologías psicológicas importantes, aunque tienen un sentimiento de "omnipotencia" sobre el cuerpo femenino, de acuerdo con los expertos. Muchos alegan que creían participar en las fantasías de una pareja libertina.
Pero según el marido, "todos sabían" que su esposa estaba drogada sin su consentimiento. Y tenían la libertad de "partir" al percatarse de la situación.
Los hechos "se inscriben en una anormalidad mental" del marido, que quería "arrastrar a los 50 acusados a su locura", declaró el abogado de dos de estos últimos, Roland Marmillot.
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No tiene de que avergonzarse
Los investigadores identificaron 92 violaciones desde 2011, cuando la pareja vivía en la región de París, pero sobre todo a partir de 2013, tras mudarse a Mazan, y hasta 2020.
El exempleado de la compañía de electricidad EDF administraba a su esposa un fuerte ansiolítico y los hombres, contactados en el sitio de citas coco.fr –ya cerrado–, tenían la orden de no despertarla.
Otras de las consignas eran no oler a perfume ni a tabaco, calentarse las manos con agua caliente y desvestirse en la cocina, para evitar olvidar prendas en la habitación.
Gisèle P. se enteró con 68 años, cuando todas las violaciones salieron a la luz después que su marido fuera sorprendido en 2020 en un centro comercial grabando bajo las faldas de las clientas.
Los investigadores encontraron entonces en su computadora muchas fotos y videos de la víctima, visiblemente inconsciente, mientras decenas de desconocidos la violan.
Para la mujer, que asegura no tener recuerdos de lo sucedido, el proceso tendrá "momentos muy difíciles", pero "estima que no tiene nada que ocultar" ni "de lo que avergonzarse", indicó Antoine Camus, uno de sus abogados.
La víctima declarará el jueves, mientras que los magistrados interrogarán al principal acusado el 10 de septiembre.
Tras su detención, la unidad de casos sin resolver implicó al acusado en otros dos: un asesinato con violación en París en 1991, que él niega, y un intento de violación en 1999, que admite tras identificarse su ADN.