En la primera cumbre, celebrada en Ámsterdam el año pasado, Estados Unidos, China y otras naciones respaldaron un modesto "llamamiento a la acción" sin compromiso jurídico.
"Recientemente, en la guerra entre Rusia y Ucrania, un dron ucraniano con inteligencia artificial funcionó como la honda de David", dijo el ministro surcoreano de Defensa, Kim Yong-hyun, en un discurso inaugural.
Se refería a los esfuerzos de Ucrania por obtener una ventaja tecnológica frente a Rusia mediante el despliegue de drones dotados de inteligencia artificial, con la esperanza de que ayuden a superar las interferencias de señal y permitan a los vehículos aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) trabajar en grupos más grandes.
"A medida que la inteligencia artificial se aplica al ámbito militar, las capacidades operativas del ejército mejoran drásticamente. Sin embargo, es como un arma de doble filo, ya que puede causar daños si se abusa de ella", afirmó Kim.
El ministro surcoreano de Asuntos Exteriores, Cho Tae-yul, dijo que los debates abarcarían áreas como una revisión jurídica para garantizar el cumplimiento del derecho internacional y mecanismos para impedir que las armas autónomas tomen decisiones de vida o muerte sin la supervisión humana adecuada.
De acuerdo un alto cargo surcoreano, en la cumbre de Seúl se esperaba acordar un plan de acción que estableciera un nivel mínimo de límites para la inteligencia artificial en el ejército y sugiriera principios sobre su uso responsable, en consonancia con los principios establecidos por la OTAN, Estados Unidos u otros países.
No estaba claro cuántas naciones asistentes a la cumbre respaldarían el documento el martes, que pretende ser un intento más detallado de establecer límites sobre el uso de la inteligencia artificial en el ejército, pero que probablemente siga careciendo de compromisos jurídicos.